Rajan Zed es un líder hindú que acaba de reñir desde la distancia a una empresa cervecera ibicenca, por usar las imágenes de algunas deidades de la India. Cada vez que aparece un clérigo, gurú, de alguna religión, la que sea, exigiendo que los dioses solo sean adorados en los templos y santuarios, ya me pongo en guardia: están luchando por lo mismo que critican, o sea, por hacerse ellos con los óbolos de los creyentes, o sea controlar.

Son muy libres, pero yo lo soy para detectar su hipocresía. ¿A quién pertenece el copyright de los dioses? En realidad son representaciones icónicas centenarias o milenarias cuya autoría es imposible de demostrar ni de registrar. Lo que es seguro es que la imagen de Kali, Vishnu o Ganeesha no pertenecen al hinduista instalado en Estados Unidos tan ricamente, desde donde dirige sus embates contras los fabricantes de cerveza de medio mundo. ¿Tendrá acciones en alguna marca global de birra?

A mi el hinduismo, contagiado de radicalidad y rigidez, no me atrae lo más mínimo.

Como toda religión tiene mi elegante respeto, pero me considero libre de criticarlas todas -incluso el Cristianismo- en un registro intelectual. Además es un guirigay inaprensible. Hagan el intento de consultarlo. De mis tiempos con dudas metafísicas y mi etapa contracultural de los años 70, me queda una atracción por el budismo. En concreto, por el budismo zen: sencillo, intuitivo, sin dioses implacables, sin castigos, humanitario, sin clases sociales (abolieron el sistema de castas) y sin clérigos.

Un budista zen jamás te diría las palabras de este hinduista-guardián que se enzarza con los cerveceros de Tanit. Es más, si yo estuviera en Ibiza me tomaría dos o tres cervecitas de Ibosim Brewhouse para entonarme y elevar mi espíritu y acercarlo a la energía del Universo. Como han hecho desde la cuna de la Humanidad los chamanes, santones o clérigos, ayudándose por sustancias y drogas impensables, como es el caso del Oráculo de Delfos, donde la Sibila se embriagaba y empezaba a farfullar. Al lado había un ayudante que hacía de intérprete. (Deje aquí su óbolo).

Tampoco han estado afortunados los cerveceros en su defensa. Ibiza no tiene una gran vinculación con la India. Ibiza es un enorme mercado veraniego que se nutre de quincalla india y muchos ibicencos se marchan allá en invierno porque es barato.

Bebed, bebed, adorando estas puestas de sol otoñales y cavilad como fenicios al resguardo de las paredes de piedra seca. La energía cósmica nos devolverá el verano renovado.