Los vénetos o venecianos están casi tan quemados como los barceloneses o los ibicencos. El turismo es un bien necesario, pero está desequilibrando las opciones sociales de los residentes a la hora de encontrar un alojamiento en alquiler.

Todo aquello que está en equilibrio inestable tiende a derrumbarse, o sea a causar problemas imprevistos. Y los venecianos están muy hartos. Se manifiestan, exigen medidas, porque ellos no están contra el turismo, sino contra los daños colaterales. Por ejemplo, un propietario gana tres veces más si alquila a un turista ocasional y paga los mismos impuestos que si lo alquila a un nativo. En el enunciado ya está expresada la solución o al menos el inicio de esta.

Me temo que para los barceloneses no será tan fácil como modificar un reglamento o una ley fiscal. A pesar de los multas desmesuradas que aplican los mandados de Ada Colau, cámara y tablet en ristre, fiscalizando todos los portales, escaleras y pisos uno por uno.

Esta alcaldesa solucionará algunas cosas a las bravas, pero dejará una estela de resentimientos y presumiblemente de querellas contra el ayuntamiento. A ella le da lo mismo: ha convertido a sus coleguis okupas en su ejército particular y está tan metida en su papel de actriz (mala) que incluso ya habla de organizar un ejército de verdad para Cataluña. No es original, otros ya lo intentaron antes, incluso captando a oficiales y mandos del ejército español. Esta era la idea, pero no tuvo el menor éxito.

Dudo que ella pretenda parapetarse detrás de una milicia de guerrillas (según dice), pero no duden de que la ocurrencia dará a pie a varios cientos de puestos de trabajo improvisados e improductivos para sus amigos.

En Ibiza aún no hemos probado la hiel del turismo de crucero. Sin duda, en invierno contribuiría a amenizar las desoladas calles húmedas de la Marina y la Peña, pero no es donde irán los turistas que salgan de excursión. Suelen embotellarlos en autobuses atiborrados que les conducen a almacenes, tiendas o espectáculos organizados al efecto. Si es así, poco dinero dejarán a la mayoría de negocios de Ibiza, como ahora, se beneficiarán media docena y dejarán la basura y las molestias para todos. Nadie lo llevará a la práctica, pero sería de desear que el ayuntamiento y el Consell se anticiparan al aquelarre continuado de cruceros y tomaran medidas para evitar los cuellos de botella que serán inevitables. Hablaba del invierno. ¿Y en verano? Preferiría no imaginarlo.