Los españoles somos famosos por nuestra picaresca, no en vano hemos dado a luz varios clásicos literarios sobre el género. Pero no somos los únicos: los ingleses no nos van a la zaga. Basta deleitarse con ´Los cuentos de Canterbury´ (la obra o la película) de Chaucer, de finales del siglo XIV, que recuerda el ´Decameron´ de Boccaccio, otro clásico donde el ingenio de los protagonistas les salvan de situaciones críticas o desesperadas. Pero centrémonos en los británicos, que son nuestros principales vacacionistas en las Pitiusas, por ello, un autor más reciente como Charles Dickens nos corrobora lo enunciado: les gusta la picaresca y la practican a la menor ocasión. Son dados a encontrar el lado oportunista y cómico de la existencia. Como los españoles.

En Ibiza se contaban algunos en los años 80. Por ejemplo, la denuncia por violación ante la Guardia Civil, no fuera a haber sorpresas en casa unos meses después. Mucho más común era denunciar la sustracción (no la pérdida) de la cámara fotográfica y con la copia de la denuncia al regreso exigían cobrar al seguro. Imagino que ahora se repite la maniobra con los smartphones, aunque me temo que las aseguradoras ya no tragan fácilmente estos trucos. El caso es que acabo de detectar otra estafa, no puede llamarse de otra forma. La llevan a cabo los británicos a su regreso al denunciar que han sufrido una intoxicación alimentaria en el hotel del ´todo incluido´ (razón de más para eliminar esta modalidad de contrato de la faz de las tierras de las Pitiusas). Les basta con guardar el resguardo de compra de unas medicinas sin receta en la farmacia española. Los abogados hacen el resto.

Se anuncian abiertamente en las redes sociales, incitando a vengarse de aquel bufet del hotel. Presentan el caso ante los operadores turísticos más importantes, en la jurisdicción de los tribunales británicos, o sea, con la total indefensión de los hoteles españoles. Una cláusula entre el hotel y el operador establece que en estos casos el responsable será el primero. Los operadores quedan a salvo y cuando saldan la liquidación, descuentan las indemnizaciones a que haya habido lugar. No crean que esto es fruto de mi imaginación. La Federación Hotelera de Mallorca ya ha alertado de ello. Otras zonas turísticas españolas sufren el mismo azote: Benidorm, varias islas canarias. La solución es fácil: cambiar la cláusula en el contrato y en ello están. Obligado es decir que las intoxicaciones existen, al menos en Ibiza, pero no son de comida precisamente.