A fuerza de soltar cada día bravuconadas sin sentido, impropias de una persona inteligente, al megalómano, machista y jactancioso Donald Trump parece que ya se le perdona todo en la carrera por la presidencia de EE UU. La repetición suele tener la perversidad de convertir en verdad absolutas barbaridades, lo que beneficia a este cretino que amenaza con dirigir el país más poderoso del mundo a golpe de tupé.

Salvando las distancias, en Ibiza nos pasa algo parecido. Son tantos años viviendo por encima de nuestras posibilidades, aguantando infraestructuras del todo insuficientes, que parece que ya nos hemos acostumbrado. Por ejemplo, con la lluvia se vuelven a desbordar las alcantarillas y regresa el familiar hedor a heces en nuestras calles. Y encima un estudio de Andreu Sansó, catedrático de Economía Aplicada de la UIB, nos advierte de que la carga demográfica en Ibiza se incrementará en un 40% en 2030. Es un aviso a nuestros gobernantes, sobre todo a los de Madrid, de que estas islas no pueden más, de que necesitan un refuerzo para que no se rompan por sus costuras. O puede que la solución pase por elegir a políticos como Trump, que aquí sobran iluminados con ideas de bombero. Si con la política tradicional poco hemos mejorado, demos una oportunidad al obsceno populista de bolsillo lleno y cerebro vacío. ¿Qué podemos perder?