Las praderas de posidonia tienen la negra. No sólo sufren a los desaprensivos que le lanzan el ancla y le arrancan metros y metros de plantas, en un ejercicio de insensibilidad atroz; ahora tienen que batirse el cobre contra barcos fantasmas. Porque no se engañen: las decenas de yates de pesadas anclas que vemos todos fondeados bajo la muralla, frente a ses Figueretes, no existen. Oficialmente, claro. La Autoridad Portuaria (APB) duda de que estén realmente donde todos los vemos, como la Demarcación de Costas cuestiona que se produzca una agresión contra la pradera de Talamanca desde hace décadas. ¿Se puede ser más obtuso? ¿Se puede gestionar peor el bien público? ¿Se puede hacer una dejación de funciones más evidente, insultante y patética? ¿No tiene la Fiscalía datos suficientes ya para actuar? Aunque en 2011 archivó una denuncia del GEN por los destrozos del ´Turama´, yate de infausto recuerdo... ¿No están las administraciones desprotegiendo, por inacción, un bien protegido por ley y declarado Patrimonio de la Humanidad? Y ahora la APB dice que controlar los fondeos bajo la muralla no es su prioridad. Una evidencia más de que sus prioridades no tienen nada que ver con las de la sociedad a la que debe servir. ¿Tenemos que esperar de brazos cruzados a que destruyan uno de nuestros principales tesoros naturales por simple y patética incapacidad? Que se aplique la ley. Y que caiga como una pesada ancla sobre las espaldas de los culpables.