Sobre el improvisado y sectario funcionamiento de nuestro Govern Balear basta dar dos fechas: la ecotasa jamás debiera de haberse reimplantado y entró en vigor el uno de julio; la suspensión o restricción de los party boats era urgente e imprescindible y entró en vigor un mes más tarde de lo programado. O sea, preocupados por la recaudación aceleraron la ecotasa, dejando el ruidoso trajín de barcos atiborrados de turistas en estado muy delicado para los últimas días del verano. Ni hecho aposta.

Que solo paguen la tasa hotelera los establecimientos legalizados, dejando a más de la mitad libre de cargas, es algo que clama al cielo. Por supuesto, tampoco saben cómo enfrentarse al problema agudísimo de la legalización para el comercio turístico de los pisos y apartamentos. Lo anuncian para Navidad, pero obviamente, no estará ultimado.

Todos conocen esta indecente situación, por lo que extraña un poco el silencio ovino de los hoteleros. Un buen equipo de abogados tumbaría la ecotasa por denigrante y discriminatoria. A no ser que el objetivo no sea cargarse la ecotasa sino el Pacto de Progreso directamente. Creo que ambas cosas irán relacionadas en el mismo lote.

El hecho es que la ecotasa ya está vigente y los party boats tienen delimitadas las zonas de actuación. Otra cosa es que se cumplan. A partir del 8 de agosto las discotecas flotantes no pueden alterar el silencio en las zonas protegidas ni la isla de Formentera.

Un extraño comunicado del Foreign Office (ministerio de Asuntos Exteriores) de Reino Unido, también finalizando ya el verano, avisa a los británicos de que España está en nivel de alerta 4 y que viajar a nuestro país puede ser arriesgado por los peligros de terrorismo indiscriminado. No aporta mayores pruebas, lo que ha indignado al sector hotelero. Nos compara en peligro a Tailandia, Líbano y Turquía lo cual, obviamente, es una temeridad, máxime cuando se han vivido los atentados de Bélgica, Alemania y Francia y el propio Londres.

Muy extraño. Incluso cuando recomienda viajar a Suiza, país fuera de la Unión Europea. No dice que su anterior mandatario, Cameron, visitaba Ibiza una vez al año, como mínimo. Pero no me importaría que doscientos mil cabestros británicos se fueran a Suiza, de donde seguramente les expulsarían a las pocas horas y a nosotros nos liberaría de una tortura que no merecemos.