Una amiga que tiene una empresa de catering fue contratada para la fiesta de cumpleaños de una adolescente rusa en una gran mansión. El susto se lo llevó cuando apareció el padre de la homenajeada en un todoterreno-nave espacial, en chándal pero cubierto de joyas de oro, completamente borracho y rodeado de gorilas con cara de haber roto muchos platos en su vida que se llevaban la mano al costado cuando alguien se le acercaba. Un conocido que regenta un concesionario en la isla se quedó perplejo cuando entraron varios hombretones de un país del este ofreciéndose a comprarle todos los quads que tuviera disponibles para una excursión y exigiendo una importante rebaja. Se quedó tan asustado que le dijo a sus empleados que si devolvían las máquinas les reembolsaran el dinero sin rechistar. Después de la excursión todos los quads regresaron a la tienda y los billetes al bolsillo de sus compradores. Las dos historias están distorsionadas, pero están lejos de ser leyendas. Quien más quien menos en la isla ha oído relatos parecidos de mafiosos internacionales que se pasean por Ibiza en lujosos coches y beben champán en los privados de los locales de moda. El lujo ha traído consigo a un amigo indeseable y ahora nos sorprendemos de que el nuevo souvenir de Ibiza sean los AK-47 con los que los más miserables del planeta se matan en Sudán.