´Me tomo muy en serio lo de meter el pendrive en el aparato este´. Esta es la pose oficial de los dj´s de las discotecas en la cartelería que invade Ibiza. Una pose como de malo, con un fondo oscuro, junto a un listado de los nombres que, como él, se toman con solemnidad eso de hacer bailar a la masa. No es de ahora: el culto a la personalidad es el modelo, como en las antiguas dictaduras totalitarias. Solo unos pocos sonríen o hacen algún gesto de complicidad. Es un mundo en el que dominan claramente los hombres. Las mujeres son un exotismo. Y Paris Hilton es la única que es protagonista absoluta de uno de estos carteles, y además con un fondo rosa. Aunque sea más conocida como celebrity que por su habilidad con los platos o con el pen, ha marcado todo un hito en el machirulismo que controla el universo del ocio nocturno. Las mujeres en estos carteles suelen limitarse, desde tiempo inmemorial, al papel de tías buenas. Generalmente son solo un trozo de mujer: un culo perfecto, un escote generoso, unas piernas esbeltas e interminables... y poco más. Las discotecas deberían dar el siguiente paso en este culto a la personalidad y tallar en piedra las duras efigies de sus pinchadiscos, de perfil, como en las estelas soviéticas, con una mirada de esperanza, pero también de ambición y de compromiso, en el futuro del dance.