Las Baleares rebosan turistas por todas partes. Ya inmersos en pleno julio todo funciona según las previsiones hechas desde octubre de 2015 y que fuimos afinando a medida que se sucedían los catastróficos acontecimientos en Egipto y Turquía, que dejaron a los millones de turistas rusos sin un destino seguro, a excepción de Tailandia. Hace dos meses expliqué que Putin había enviado a sus mensajeros para conformar una alianza sólida con Túnez.

Al final del año sabremos si ha fructificado. Hace menos de quince días, Putin se reunió con Erdogan, el islamista presidente de Turquía. Un país turísticamente delicioso que los cientos de miles de rusos aprovechaban a placer, hasta que este derribó un caza ruso en la frontera de Siria. No solo el turismo, Turquía significaba para Rusia un magnífico mercado para abastecerse de cuantos productos le privó la UE tras las sanciones por la guerra de Ucrania y la apropiación de Crimea.

Ya anticipamos que esta vertiginosa sucesión de acontecimientos bélicos significaría para España, Baleares, Ibiza y Formentera unos llenazos impresionantes. Los millones de turistas que vieron suprimidos sus destinos en el Mediterráneo, Egipto, Turquía sobre todo, se refugian en la seguridad -siempre relativa- de España.

Ni siquiera el brutal Brexit ha podido anular esta dinámica prevista. Ni las espectaculares incursiones de Hacienda en algunas discotecas de renombre. Es previsible que en los dos meses de verano restantes, los británicos sigan viniendo, aun aceptando un menor poder adquisitivo por la devaluación de la libra. Sabemos ya que los hoteles de alta gama están llenos a rebosar y sin apenas plazas libres. Los puertos deportivos no disponen de amarres. Los restaurantes de categoría lo mismo. Las carreteras abarrotadas.

¿Quién se queja? Solo en las zonas tomadas por los británicos de clase media han notado en las tiendas de licores, estancos y bares una leve oscilación. Nada importante. De momento. Y si se diera el caso de que la isla pudiera desembarazarse de unos miles de hooligans británicos, miel sobre hojuelas. Encima, las abejas de Ibiza, siempre generosas, han aprovechado las cuatro gotas de lluvia de abril para duplicar su producción de miel. A veces sonreír es de agradecidos bien nacidos.