Los personajes que viven de la popularidad lo saben bien: Ibiza es en estos últimos años un poderoso trampolín, un escaparate continuo, cuando no un escenario que a menudo filman algunas televisiones para llenar sus programas. Esto lo sabe todo el mundo. Y por tanto, es fácil comprender que los VIP, famosillos y wannabe que pretenden salir en la tele a ganarse la vida del cuento de la imagen, estén muy atentos a las cámaras. A la vista de una cámara se abalanzan con un resorte automático y se hacen los dueños del plano.

Otros hacen todo lo contrario, se esconden en su casa de campo y apenas aparecen en parajes donde se les pueda reconocer fácilmente. Paris Hilton adora el baño eléctrico de los flashes. Pero Alessandra Ambrosio, Izabel Goulart y otras top models como Kate Moss o Naomi Campbell, llevan muy bien dosificada su imagen y controlan sus apariciones y a los fotógrafos, cuando pueden. Claro que Instagram y Facebook han cambiado bastante la mecánica promocional de las estrellas y si se sienten con un déficit de atención ¡ellos mismos se autopublican imágenes polémicas! La saturación de smartphones es otro elemento que lo ha cambiado todo.

En este sentido, me da un poco de pena la cabaña política local. Entre sudores y cañerías reventadas solo aparecen en algunas cartas al director poniéndoles a parir, aunque algunos intentan quedar inmortalizados ante un botella de champán en algún privé nocturno, pero con escaso éxito. Hacedles más caso, por favor.

Al margen de nuestra selva tropical de personajes y personajillos, la propia dinámica exterior nos promociona las Pitiusas, aunque sea en las páginas negras de la prensa y las televisiones.

El día 1 de julio esperábamos el golpe del Brexit contra nuestro turismo, pero solo recibimos la doméstica chapuza desde el Prat de Llobregat, donde tiene su sede Vueling. Se encienden todas las alarmas, ante el hastío y el enfado de los clientes, pero el daño ya está hecho. La misma semana un lote de alubias blancas y de bacalao levantan el pánico del consumidor, al detectarse botulismo en Cataluña y Baleares.

Pero la máxima repercusión la concede el poderío de las redes sociales, donde un músico catalán de quinta fila y seguramente necesitado de polémica publica la foto de un camarero de la naviera Baleària, que no entiende cuando se le pide un cafè amb llet (un café con leche). Otra vez el mismo rollo. La compañía contesta velozmente que tomará medidas, hasta que se ven obligados a rectificar ante la presión de los internautas. Y todo pasó en Ibiza. Ya digo, somos dinamita. Ibiza, tomada en exceso puede dañar seriamente tu salud y tus negocios. Ojo con la colosal resonancia de Ibiza.