Que el paisaje de Ibiza siga siendo bonito en algunas zonas que aún no hemos arrasado, no significa que esté limpio o al menos que lo esté siempre. Hay días de verano, incluso semanas, en que parecen conjurarse todos los espíritus del averno para cubrir mar y tierra de una pátina gris amarillenta que, obviamente, no es sana. Lo sabemos hace ya tiempo. En Ibiza también tenemos contaminación y no me refiero a la peligrosa y omnipresente contaminación acústica, también a la atmosférica.

Ecologistas en acción presenta su informe anual y expresa que un 13% de la población balear respira aires insanos que superan las cotas límite de la OMS, o sea, unos 150.000 habitantes. De Ibiza mencionan los datos tomados en San Antonio, pero quienes viven todo el año conocen los malos humos de la central eléctrica, la peste emitida por los tubos de escape en un tráfico rodado que ya no conoce horas punta y la de sectores muy concretos.

Por ejemplo, el antaño saludable canal de los Freos entre las Pitiusas, al atardecer cuando regresan todas las lanchas y barcos, ya se hace irrespirable con un aire casi teñido de carburante.

Esto es una contaminación estructural, porque de hecho ya está instalada como algo normal, pero de manera anecdótica se pueden añadir los malos humos que vienen de Poniente, de la zona valenciana. Si no es un ojo o una nariz avezados no lo interpretarán, pero la prueba de que llegan los aires mefíticos de la Comunidad Valenciana, la tenemos cada vez -muy frecuente por desgracia- que se dispara un incendio feroz. Los aires contaminados llegan a Formentera y a Ibiza y el grado de humo se detecta incluso a simple vista. El pasado día 18 (junio, 2016) este Diario publicó incluso la fotografía satelital donde se observa la manga de humos emitidos por el incendio valenciano.

Con las cosas bonitas y positivas que tiene Valencia -donde he vivido cinco años muy interesantes- se les ha dado por mandarnos sus estridencias. Incluso las Fallas ya se han apropiado de San Antonio, con su reguero de pólvora, ruido y fuegos. Habrá a quien le gusten, porque parecen darle más relevancia que al modesto día del patrón, aquel abad amigo de los animales.

También nos exportaron aquel infame y peligroso rito de la ´ruta del bakalao´ con su desfase, pero en esto parece que Ibiza no necesita ayuda. No es aire puro todo lo que reluce, por ello siempre me han gustado los vientos de mestral y de tramuntana, porque limpian la atmósfera y dejan los cielos nítidos y transparentes.