Cuando Podemos y Guanyem entraron a gobernar hace un año algunas áreas de ayuntamientos y Consell en Eivissa, no faltaron malintencionados que vieron aseguradas tardes de gloria con sus futuras meteduras de pata. Pues, curiosidades de la vida, el espectáculo lo está proporcionando... el PSOE, al menos en el Ayuntamiento de Sant Josep, que no cesa de proporcionar, una semana sí y otra también, motivos de indignación.

El alcalde Marí Ribas confiesa su inoperancia al decir que no sabe cómo atajar el funcionamiento ilegal de Can Lola -podría preguntar a cualquier otro ayuntamiento para resolver sus dudas-, pero en cambio ha logrado el prodigio de subir el precio de algo por lo que ni siquiera debería cobrar nada: el agua salada que sale del grifo. En vez de poner los recibos del agua a coste cero (pues el Ayuntamiento no está suministrando el buen servicio que cobra), encima tiene la desfachatez de subir el precio a esa sustancia tóxica. ¿Será el próximo paso cobrar por los malos olores de depuradora o por los ruidos que soportan los residentes en este barrio? Visto lo visto, de todo es capaz un ayuntamiento que se ha cubierto de gloria con el episodio de las hamacas (entre otros) y vuelve a hacerlo con el agua.

La ineptitud del Ayuntamiento y su obstinación en incurrir en un supuesto de estafa (pues esto es lo que hace con el agua corriente) sólo deja una alternativa a los afectados: desobediencia civil e insumisión tributaria. No pagar el recibo, en una palabra. Cualquier denuncia colectiva bien planteada ante los tribunales ha de dar forzosamente la razón a los afectados que se nieguen a pagar, pues hasta un niño de cinco años vería lo que Agustinet no ve: que no se puede cobrar por algo que no se da. Y, encima, subirle el precio constituye un descaro y un ejemplo de caradura que no se recordaba desde los tiempos de José Serra Escandell, a quien Marí Ribas parece esforzarse en imitar cada día más.

Un concejal socialista -al que Agustinet envió a hablar en el pleno para no hacerlo él- admitió que esta subida era, de cara a las elecciones, «como pegarse un tiro en la cabeza». Eso es lo que preocupa al PSOE: el efecto electoral, no la sensación de estar estafando a miles de personas.

En la misma línea va el lamentable paquete de medidas anunciado contra la sequía este verano en Sant Josep. Sin sanciones ejemplares, sin restricciones de verdad a los derrochadores y sin inspección sistemática, ese bluf del timorato y pusilánime equipo de gobierno no servirá de nada. Ni una sola de sus medidas evitará que los acuíferos sigan esquilmándose. El Ayuntamiento representa una preocupante involución en un municipio que parecía ya no poder ir peor. Y es que el propio alcalde dimitió de su puesto el mismo día en que tomó posesión, pues ni se le ve ni se le siente.

Si el alcalde de Sant Josep, en vez de molestarse en coger el teléfono para llamar a los periodistas que le critican en la prensa, usara ese tiempo en hacer de alcalde, enfrentarse a quien corresponde y mostrar la valentía que se exige a todo cargo público, otra sería la situación del municipio. Pero dado que no puede esperarse mucho arrojo de quien jamás lo ha demostrado, al menos que no se recree perjudicando y estafando al pueblo llano.