La Fiscalía debe actuar de oficio cuando tiene conocimiento, por cualquier medio, de la posible comisión de un delito. Los fiscales deben promover la legalidad en defensa de los derechos de los ciudadanos y del interés público. Dicho esto, que debería ser una obviedad y que tengo que dar por hecho que es de conocimiento general, me pregunto dónde están los fiscales de Ibiza mientras a diario los derechos de los ciudadanos de esta isla machacada son vulnerados a la vista de medio mundo. Las sospechas de ilegalidades de diverso calado -de prevaricato, desobediencias y delitos medioambientales- cometidas con continuidad por empresarios, políticos y funcionarios de esta isla llenan páginas de periódicos con una periodicidad inaudita ¿Cómo es posible que se enteren en Inglaterra y diarios británicos hablen de la impunidad que reina en la isla y los fiscales, que viven aquí y que deben trabajar para defendernos, no se enteren de nada?

Los periodistas, o al menos algunos, hemos escrito decenas, sino centenares y miles, de noticias y artículos de opinión sobre los excesos de las discotecas y similares, sobre las denuncias por ruido, por incumplir los horarios o por multiplicar su aforo a las que la Policía Local de Sant Josep o la de Sant Antoni no hacen ni caso. Hemos publicado incontables casos que podrían suponer delitos urbanísticos y medioambientales, hemos escrito sobre la dejadez continuada de las instituciones y hemos destacado las mentiras con las que, a menudo a través de sus gabinetes, los ayuntamientos intentan ocultarnos su mala praxis (toma eufemismo). Hemos escrito sobre la presencia de ciertas mafias, de empresas que tienen detrás a traficantes de armas y drogas internacionales y hemos hablado hasta la saciedad de la permisividad de ciertos locales de ocio con la droga. Y si las noticias y artículos (o incluso libros) que nosotros publicamos no fueran suficientes, los vecinos de las zonas más afectadas por unas u otras actividades y omisiones sospechosas han enviado cartas al director a los medios con las que al menos el director de Diario de Ibiza podría haberse empapelado ya el despacho, y también la antesala. ¿Es que nuestros fiscales no lo ven? ¿No leen los periódicos? ¿Dónde demonios viven?

En pleno Parque Natural de ses Salines, lo que antaño fueron chiringuitos llevan años funcionando sin licencia y llenando de ruido (me niego a llamar música a ciertas cosas) un área natural teóricamente protegida. Y ya me perdonarán la desconfianza, son muchos años puliéndola, pero ¿es que no lo han leído ni los jueces ni los fiscales o es que van de copas a esos establecimientos, como hacen nuestros políticos? Hay incontables obras a lo largo y ancho del territorio que están paradas, que igual no tenían licencia y cuya demolición debería ordenar el Ayuntamiento al que corresponda. Pero, de repente, las veremos acabadas y legalizadas y aquí no habrá pasado nada, porque en Ibiza no hay Justicia que nos defienda de la corrupción. Si aquí algunos hicieran su trabajo, quizás no se nos amontonarían ilegalidades en casos como el de la operación Pitiusa y no se nos morirían los corruptos (presuntos, perdón) sin llegar a ser juzgados.

Hay locales con licencia de cafetería funcionando como discotecas año tras año con la tolerancia de ayuntamientos, aparcamientos construidos en áreas naturales de especial interés, fondeos continuos sobre posidonia (supuestamente protegida) y tramos de costa privatizados. Todo ello se ha publicado. Y podemos hablar de drogas, de todos los turistas que devolvemos muertos sin que haya responsables por ello, aunque mueran en las discotecas o en los pubs. Si hubiera fiscales y jueces más aguerridos habría incluso posibilidades de juzgar y condenar a los responsables civiles subsidiarios.

No soy una revolucionaria; en otros lugares simplemente se cierran locales. Cómo es posible que hasta el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías se haya enterado de lo que pasa en la isla y nos haya acusado de promover el uso de drogas y de prácticamente iniciar en el consumo, con nuestra promoción turística irresponsable, a miles de jóvenes que cada año visitan la isla, y que los fiscales de Ibiza no se enteren de nada.

Por no hablar, y de ello sólo daré una pincelada, de la desenvoltura con la que se llegan a acuerdos para evitar juicios. ¿Cómo explicamos a los pequeños empresarios del comercio que delincuentes para los que inicialmente piden cuatro años de cárcel por apropiación indebida y hurto continuado acaben largándose con penas de seis meses, que por supuesto no cumplirán? ¿No conocen los fiscales el gran problema que tienen los comerciantes de Ibiza con los hurtos, que los ladrones se ríen de los dependientes porque saben que la Justicia no les hará nada y que los policías, desesperados ya, optan por culpar sin reparo (y con razón) a la Justicia, a un sistema judicial que no hace su trabajo? Policías y guardias civiles critican falta de apoyo por parte de la Fiscalía y hay abogados que están encantados, y eso es antinatural.

No se puede alegar desconocimiento. Nadie puede decir que desconoce lo que está pasando en esta isla desamparada. La Justicia que no actúa es cómplice también. Todos los que callan, que no denuncian, que bajan la cabeza, que no hacen su trabajo son cómplices, aunque unos tienen mayor grado de responsabilidad que otros. Y quizás haya algún fiscal que trabaja y realmente no le da la vida, y, si es así, que me perdone la generalización, pero creo que nunca antes había habido tantos fiscales en la isla y nunca antes se había notado tan poco su existencia. Lo siento, o no, pero ya era hora de que alguien lo dijera.