La extraordinaria chapuza, la falta de humanidad y el grado de bestialismo alcanzado en la operación de aniquilación de las cabras de es Vedrà es más propia de cazadores furtivos de algún país bananero que de nuestro supuesto ´primer mundo´. Mientras leía en Internet las crónicas de esta salvajada, tan impropia de instituciones que supuestamente velan por el medio ambiente y el bienestar de los seres vivos, mi hijo pequeño se acercó en silencio y, al atisbar el contenido de la pantalla, me preguntó qué les había pasado a las cabras de es Vedrà. Tuve que cambiar de tema. Cómo decirle a un niño de ocho años que el Govern balear ha exterminado a tiros a esas mismas cabras y cabritillas que en verano pudimos otear entre los riscos, mientras navegábamos junto al islote. Aquí no se discuten las razones biológicas que han empujado a la retirada de los rumiantes. Lo que no tiene justificación es la fórmula empleada para tal fin.

Las cabras, según la prensa, fueron abatidas con escopetas del calibre 22. Disparos lejanos con balas pequeñas que probablemente dejaron a la mitad malheridas y agonizando durante horas. No cabe mayor crueldad. Algunos medios también se han hecho eco del relato de un vecino que se encontraba en la zona pescando. Hay que tomarlo con cautela, ya que fue publicado en las redes sociales y hasta el momento no ha sido contrastado. Decía lo siguiente: «Llegué a ver a cuatro personas con armas? Los desgarradores alaridos de muerte se oían a muchísima distancia. Nos acercamos lo suficiente para ver a una cabra cerca de una cría pequeña, que se movía convulsionando sin toda la parte del lomo. Había sangre por todas partes».

Las instituciones involucradas han justificado la matanza por la orografía y la imposibilidad de trasladar a las cabras porque no hay espacio para desembarcar ni atracar naves grandes donde cargar a los animales. En medio mundo se capturan osos, elefantes, leones, cocodrilos y todo tipo de animales peligrosos, con el uso de dardos tranquilizantes o trampas. Incluso los propietarios de es Vedrà han capturado cabras vivas al menos desde el siglo XIX -el carmelita Francisco Palau (1811-1872), ya hacía referencia a ellas-.

La tradición de los vedraners era conducirlas hasta las cuevas de la parte inferior del islote, donde, pese a las cornamentas, acorralaban a los machos y los capturaban a pulso, sin armas. A las crías y a las hembras se las soltaba. Luego los ataban y arriaban con cuerdas hasta los pequeños llaüts. Lo hacían con medios irrisorios, sin la parafernalia que existe hoy en día. Pude comprobarlo en 1995, cuando tuve la oportunidad de contemplar en vivo la captura de las cabras de es Vedrà. Con el fotógrafo Juan A. Riera publicamos en el dominical de Diario de Ibiza el primer reportaje sobre esta costumbre de origen desconocido. Nunca imaginé que acabaría en una carnicería.

Utilizar las condiciones abruptas del islote como excusa para la matanza constituye una tomadura de pelo. Únicamente se ha seguido el camino más fácil y rápido, y la indignación social que ha provocado está sobradamente justificada. El despropósito se agrava además por otra inexplicable decisión previa, que han reconocido las instituciones involucradas: todos los cadáveres de las cabras se han dejado desperdigados por el islote. Imagínense que los ganaderos pitiusos abandonaran en mitad del campo los cadáveres de sus reses. Se les caería el pelo.

Además de una barbaridad desde el punto de vista sanitario, constituye una ilegalidad perpetrada por quien debería velar por el cumplimiento escrupuloso de las ordenanzas. ¿Cómo es posible que se haya orquestado semejante chapuza?

La operación -tiene guasa-, la perpetró el Consorcio para la Recuperación de la Fauna, organismo que depende del Govern balear. Nada más conocerse el suceso, la Plataforma Animalista Pacma inició una recogida de firmas en Internet para exigir la dimisión de la consellera balear de Medio Ambiente, Caterina Amengual, que es del partido Més per Mallorca, y del conseller insular de Medio Ambiente, Miquel Vericad, de Guanyem Eivissa. Sorprendentemente, ambos pertenecen a formaciones políticas especialmente sensibles con el maltrato animal. El exterminio de es Vedrà se ha hecho viral en las redes y más de 16.000 personas han firmado para que se depuren responsabilidades. Incluso se han ocupado del asunto en los informativos nacionales. No se veía semejante rechazo social desde las manifestaciones contra la ampliación de la carretera del aeropuerto.