Cuándo el 5 de diciembre de 2015 escribí ´Flaquean los alemanes, vuelven los rusos´ en este Diario, lo hice en aventurado sentido de suposición, puesto que las visitas rusas en los últimos dos años habían caído en picado, no solo por el desplome del valor del rublo, sino por las circunstancias geopolíticas, sobre todo por la invasión bélica de parte de Ucrania, que ya ha quedado en poder de los rusos, pero al precio de sufrir unas penosas penalizaciones comerciales y de otro tipo por parte de EE UU y de la UE. A Baleares nos costó el turismo con mayor poder adquisitivo y con mayor capacidad de gasto. En simultáneo, los terroristas islamistas siguieron perturbando la paz y el orden en toda la ribera turística mediterránea, lo cual nos remitía numerosos millones de turistas prestados a España. Al principio, incluso algunos políticos eran remisos a aceptar nuestro éxito como resultado de una carambola cruel.

Los hechos empezaron a acelerarse cuando desde Sinaí (Egipto) se derribó un avión comercial atiborrado de turistas rusos. Apenas se había esclarecido este terrorífico atentado -por cierto muchos se negaron a aceptar al principio que fuera un acto terrorista- cuando desde zona turca se derribó un caza militar ruso que estaba en maniobras de ataque en Siria. Putin movió ficha y emprendió rotundas medidas contra Egipto y casi las mismas contra Turquía unas semanas después. De esta forma, unos 5 millones de turcos quedaban sin sus destinos turísticos preferidos. Desde entonces, el ruso solo ha podido relajarse en las lejanas playas tailandesas, donde por cierto son discretamente vigilados por los servicios secretos, sabedores de que musulmanes coordinados con el Estado Islámico pretenden volver a atentar contra Rusia y su gente.

No solo estos 5 millones de rusos, también los británicos y los alemanes han empezado a comprar Canarias y Baleares, decididos posiblemente por la contumacia del EI en Egipto -acaban de disparar contra las instalaciones de un hotel, por cierto, propiedad de un empresario balear- y en Turquía, donde han asesinado a 10 alemanes y han herido a incontables visitantes en Estambul. Egipto y Turquía otra vez, sin tregua. Los turistas europeos están acostumbrados a la amenaza constante del islamismo. Pero en los dos países mencionados tienen una eficacia letal, como ha quedado acreditado repetidamente. De modo que lo que publiqué a modo de divertimento hace 43 días, ahora ha quedado confirmado por las altas instancias y autoridades turísticas españolas. En Fitur se visualizará esta desquiciada realidad, que ahora nos beneficia, pero en otro momento pueden dejarnos en la cuneta. Tiene suerte el Pacto III, ni sus alocadas medidas fiscales o políticas estropearán esta temporada

Supongo.