Como se temía, las elecciones del 20D 2015 han dejado un panorama que causa intranquilidad entre todo el mundo. Desasosiego y en algunos casos temor. Si fuéramos italianos nos lo tomaríamos con desinterés y cierto aburrimiento, pero ellos eran y siguen siendo unos maestros en la improvisación de la escena política. Los españoles, al menos demasiados españoles, tienen siempre a mano la tentación de derrumbarlo todo, arrasarlo, para encontrar una solución mágica, adanista, a partir de la cual el país amanece cada mañana con una hoja de parra para taparse los genitales y recomenzar desde cero. Y después de mi, el Diluvio.

Es el caso de Podemos, que ha sabido captar con buen trabajo y con la ayuda de las televisiones la atención de los descontentos y de aquellos que piensan que ya nada tienen que perder. Sin saber que sí, todos tenemos mucho que perder. España puede empeorar mucho si entre todos nos esforzamos en cargárnosla. No existen las soluciones mágicas, ni siquiera en un hermoso país tan telúrico como España. El adanismo podemita no es más que un déjà vu de las rancias ideologías del siglo XIX que han causado -contrastadamente- desolación, muerte y ruina por donde han pasado. Por muy bien que suenen sus frases populistas en los oídos de los colgados y de los descolgados.

Que trabajen en Madrid en lo que deben, con un escrupuloso respeto a la Constitución que ha amparado durante décadas a todos los españoles, reconciliados a partir de 1978. No permitamos que personajes estrafalarios con el marchamo bolivariano nos arrebaten este logro. Los españoles ya somos adultos: podemos prescindir de gurús mágicos. Y a quienes duden, infórmense de su lamentable acción en la Venezuela chavista y en el desastre, ruina y hambre que han causado en uno de los países más ricos del mundo. En Baleares y en las Pitiusas tenemos nuestros propios problemas. Los lunes al sol de invierno para cargar las baterías ante un verano que se avecina que será demasiado brillante. No lo estropeemos.

No es recomendable el miedo ni la dejadez en estos momentos. Encaremos los problemas graves, estructurales e infraestructurales que nos merman la potencia y la calidad de nuestro trabajo. Cara al sol que nos da de comer a los 140.000 pitiusos y a otros miles de trabajadores que vienen de la Península y de la UE, entre ellos estos cuatro mil ingleses que se sacan el verano entre nosotros. Precisamente de Gran Bretaña nos llegarán cientos de miles de turistas que repiten fielmente. Y ahora encantados por la fortaleza de la libra. No, no bajemos los brazos. Y que cada cual deslíe sus líos. En lo que a nosotros concierne, no podemos fallar. Ni fallaremos.

@MarianoPlanells