No perdamos mucho tiempo lamiéndonos las heridas. Como repito lo mismo desde que empecé a escribir en 1972, no voy a perder mucho tiempo explicando las mismas cosas que, por otra parte, una gran parte de ibicencos ya tienen interiorizadas y asumidas. Periodistas más jóvenes -afortunadamente- ya han tomado el relevo y ellos lo explican con mayor vehemencia y quizás con más razones.

En 1983 dediqué medio Anuario de Ibiza y Formentera a repensar Ibiza, a obligarnos y a alertarnos para decidir qué tipo de Ibiza queríamos desarrollar. Todavía estábamos a tiempo, ahora ya lo dudo. Bueno, tengo que decir que aquel Anuario surtió efecto inmediato: algunas de las principales empresas de la derecha isleña tomaron represalias, hasta el punto de que en doce años jamás me pusieron un solo anuncio publicitario.

Ahora el menú ya no se lo voy a leer yo, que en el fondo soy un fenicio ingenuo y bonachón, ahora se lo van a leer los millones de turistas que se van quemados de Ibiza, los alemanes que vinieron y jamás regresarán. Los cientos de miles de turistas que han venido rebotados por los efectos de las guerras ribereñas mediterráneas y que en Ibiza se han sentido defraudados y algunos poco menos que estafados.

La vida es dura, toma su tiempo, pero al final pone a muchas personas y a muchas cosas en su debido sitio. Volverá a ocurrir.

El malestar del ibicenco bajo los efectos de la avalancha no es de hoy. Las quejas tampoco, pero han solido quedar plasmados en reductos reducidos. Esta temporada 2015 ha tenido ¡por fin! la virtud de hacer general lo que hasta ahora era particular: Ibiza no soporta este derroche de recursos ni puede absorber los tres millones y pico de visitantes en tres meses.

Bien, pues esta es la Ibiza que se diseñó en aquel año, 1982-83 (y siguientes) en que pedí un simposio, un congreso, una sinámbula para pensar y repensar Ibiza. No lo hicimos nosotros (lo hice en el Anuario, eso sí) y ahora nos lo harán los turistas. Las conclusiones serán demoledoras, porque de forma más o menos solapada Ibiza ha sido diseñada para 5 millones de turistas. Ahora estamos en los 3 millones.

La temporada 2015 ha sido un regalo de los dioses. Un ensayo general. Ha dejado dinero y para los más inteligentes habrá dejado una lección aprendida: ¿Queréis esta Ibiza? Queridos ibicencos: vosotros mismos.