A todos quienes hayan sabido o podido esquivar el mes de julio, aquí les presento a un gran amigo de Ibiza: se llama agosto. Ya saben, el mes terrorífico en el que siempre suceden grandes desgracias gestadas por los humanos en distintas partes del Planeta.

En Ibiza misma, si marzo marcea, en agosto el sol solea en las solanas y deja la vegetación mustia y amaderada, propicia a las chispas del infierno. También las personas llevamos acumulados un desgaste de energía y de nervios. Solo nos mantiene serenos la esperanza de llegar vivos a septiembre, un mes más bondadoso.

En los años de sequía, especialmente crueles cada once años más o menos, incluso muchos frutales aprovechan el ferragosto para despedirse. No pocos pinos amanecen con un color amarillento, que se convertirá en marrón en unas semanas.

Estos árboles ya son irrecuperables y usan una estrategia para salvar a la especie: mueren para salvar al grupo. Higueras y almendros, olvidos y algarrobos han de pasar esta prueba durísima cada verano, pero acentuada en años de sequía prolongada, como es el caso.

Sin renunciar a los adelantos aquel que pueda pagarlos -me refiero más bien a la abusiva factura de la energía- es tiempo de aprender a usar el botijo, (sa baldraca), el sombrero y el abanico.

Inevitable recordar la alarmante situación de nuestras infraestructuras. Pagaremos caro las tonterías (o sea su ineptitud, su servilismo a las altas instancias de los respectivos partidos) de los políticos ibicencos, pero también de los mallorquines.

Harían bien en tomar estos asuntos en la agenda de importante y urgente, sin dilaciones ni demoras pueriles. No está el horno para más bollos precocinados entre esta estirpe de políticos que han venido -presuntamente o no- a servirse del presupuesto y a forrarse sin dar golpe.

Estamos al tanto, sabemos sus nombres, y vamos a intentar que quien no se gane el sueldo y cuide de Formentera y de Ibiza lo pague caro. No vamos de bromas. Sonrían, les estamos filmando.

Mal estábamos con los dos millones y medio de turistas. Ahora con tres y pico, estamos a punto de irnos todos a pique, y no con la orquesta del ´Titanic´, sino con un fétido olor a depuradora clueca que pringa toda la isla entera, pases por donde pases.

Trabajen con diligencia y déjense de chorraditas identitarias e ideológicas. Por favor.