Estimados concejales y consellers electos: esta negociación que se traen entre manos para ver quién gobierna las instituciones aún pendientes comienza a ser indigesta y un claro síntoma del atasco y la falta de diplomacia que tanto han recriminado al bando contrario durante el pim pam pum electoral. La gente, cuya voluntad muchos de ustedes pretenden representar en exclusiva, quiere dejar de escuchar tanta proclama ideológica -esto no es la ONU-, y ver cómo se ponen a trabajar ya mismo en los problemas reales que les afectan.

Leemos que andan negociando la creación de departamentos de transparencia -¿más burocracia?-, la puesta en marcha de auditorías en todas las instituciones -¿cuánto nos va a costar?-, la paralización de privatizaciones, etcétera. Se han envuelto ustedes en una maraña de asuntos que les han impuesto desde Madrid y que son los mismos que se debaten en Extremadura, Navarra o Catalunya. Algunos días tenemos la sensación de que podríamos intercambiarles por políticos de otras regiones y no notaríamos la diferencia.

Algunas de las cuestiones que plantean son importantes y habrá que afrontarlas durante la legislatura, pero constituyen algo secundario para los ibicencos. Estamos más preocupados en lo mundano y urgente; en dilemas en los que ustedes reparan poco durante este festival negociador. Muchos de ellos, además, se agravan por el vacío de poder y la consecuente parálisis asociada al cambio de legislatura.

En el Consell, la negociación se ha roto por una cuestión tangencial como es el regateo a la baja de los sueldos de los consellers. Que se ajusten los salarios de los eurodiputados, los directivos de las cajas de ahorros o de ciertas empresas públicas, que a veces rozan la indecencia, me parece adecuado. Tocar los sueldos de concejales, consellers e incluso ministros llegado el caso, que son mucho más modestos en relación a las responsabilidades que asumen, ya lo veo más discutible. En todo caso, debería ser una cuestión voluntaria; no una imposición. Mientras lo debaten, los ibicencos enfermos de cáncer tienen que seguir peregrinando a Mallorca, el emisario de Talamanca aún no ha sido balizado, miles de vecinos carecen de agua potable y nuestra sanidad subsiste en un perpetuo caos.

A Guanyem-Podemos les hemos oído criticar al PP de la isla por «gobernar para las grandes empresas, el IBEX 35 y a las órdenes de Angela Merkel», cuando había sobrados argumentos ´locales´ para hacerlo, y ahora se muestran partidarios de presidir el Consell porque, aunque han tenido menos votos, son una fuerza «ascendente». Al PSOE, por su parte, le vemos desconcertado y sin agilidad negociadora. Salvo en el caso de Sant Antoni, no se atisban avances.

Es realmente insólito, por ejemplo, el mutismo absoluto en torno al gran tema de la política pitiusa y con el que nos han calentado los oídos durante la campaña electoral: la dependencia de Ibiza y Formentera respecto a Mallorca y la de nuestros partidos en relación a sus superiores a escala balear. La posibilidad de gobernar con acuerdos y escudarse en nuevos socios constituye en este sentido una oportunidad histórica para los gobernantes pitiusos, que ahora dispondrían de un escudo para presionar y anteponer las prioridades de la isla a las directrices de su jerarquía interna. Pero nadie parece haber reparado en ello.

Conviene aterrizar de este universo abstracto y negociar con lo tangible. La lista de prioridades está en boca de todos desde hace lustros: ¿Qué modelo turístico queremos?, ¿cómo mejoramos la sanidad?, ¿qué soluciones tiene el transporte público?, ¿de qué manera resolver las sangrantes tarifas de los vuelos?, ¿cómo acelerar la resolución de la problemática del agua?, ¿cómo equilibrar la dicotomía entre economía turística y calidad de vida del residente?, ¿de qué manera debe ordenarse el urbanismo?, ¿cómo apoyar a los jóvenes sin medios que quieren estudiar fuera?, ¿cómo encontrar trabajo a los parados de larga duración?, etcétera.

Comparen sus programas electorales y verán que coinciden en casi todo. Muchos de ustedes incluso lo reconocen, pero de momento no parecen dispuestos a empezar a construir desde ahí. Aprovechen este impasse para acordar las pautas que deben marcar los distintos frentes de la política pitiusa y tal vez así no les veamos a tortas toda la legislatura.

No se enroquen en cuestiones menores, vayan al grano, sean flexibles y respondan con mayor voluntad a la confianza que los ciudadanos han depositado en ustedes.