Calorcito durante muchos meses, comida en abundancia: Ibiza es el paraíso de las culebras y las víboras, sobre todo de las primeras en sus tres variedades más comunes en la Península: la bastarda, de escalera y de herradura. Pero no se quede quieto tratando de leerle los dibujos, porque son escurridizas y tímidas -rara vez atacan, si pueden escabullirse- así que lo mejor es endilgarle un golpe con el tronco o el azadón y liquidarla. En la Península están protegidas, pero allende los mares tienen depredadores muy consistentes que las mantienen a raya. En Ibiza, exceptuando las de cocaína, no hay raya alguna o nadie se la ha trazado. Y son muy dañinas, son una máquina de tragar y de matar frente a la cual están indefensas las confiadas lagartijas púnicas y probablemente bastantes especies de pajarillos (y sus crías y huevos) que se ponen a su alcance. Por ejemplo, las perdices.

Así que, ibicencos todos, turistas desocupados: armaos con un bastón y recorred la isla con los ojos bien abiertos. Se abre la veda. En Ibiza no solo es legal aplastarles el cráneo sino que incluso haréis un gran favor al equilibrio de la fauna pitiusa. Que me perdonen los hermanos budistas y los devotos monjes franciscanos, pero hay que reestablecer el equilibrio que se rompió cuando se introdujeron los reptiles desde la península en el interior de los troncos huecos de viejos olivos. Para su alivio, les anunciaré que ni con la ayuda de perros adiestrados, el saco de euros que entierra el Consell Insular ni con los cazadores locales improvisados, se pondrá exterminar esta plaga bíblica que nos llegó en la época de las discotecas.

Sabemos que el aumento ha sido espectacular desde 2010, pero llegaron antes. Las avistaciones ya no asustan al payés que empieza a acostumbrarse a su sigilosa presencia. Por ello, yo no puedo criticar el gasto de casi 45.000 euros en una campaña de trampas que las capturan y el uso de perros que las detectan. Por lo que he leído ya se han atrapado unas 200 culebras. Una torpe división nos dice que nos sale a un costo de más de 225 euros cada bicho. Suena a disparate. Confío en el buen hacer de Estarellas y el equipo de biólogos, en el sentido de que este gasto exagerado es una parte del proceso de estudio global para saber mejor por donde atacarlas y vencerlas, dejando claro que dudo mucho que jamás se lleguen a exterminar ya. Ni con los temibles erizos, que les trituran la cabeza y se la comen, ni con los gallos ni con las rapaces (muy mermadas en las Pitiusas). Por cierto, si capturáis una dejádsela oler e incordiad a vuestro perro para que las huela y les coja tirria. Y después lanzádsela a las gallinas y al gallo. Que la caten. Los gallos y los pavos son excelentes cazadores de serpientes. Aquí todo vale si queremos reducir la colonia abrumadora que ha invadido las islas. Y que la Virgen María de las Nieves reparta suerte, porque Tanit nos ha abandonado.