Asústelas, ríase de su pudor, juegue al gato y el ratón con sus sentimientos y terrores y no se preocupe, que si alguna se atreve a denunciar, le va a salir tirado. 12.000 euros en total es lo que tendrá que pagar el policía local J.J.T.C. por los siete años de angustia de una joven a la que comenzó a asediar cuando ella solo tenía 16. Menos de cinco euros al día por convertir la vida de alguien en una pesadilla. La seguía, se masturbaba delante de ella y la obligó a convivir con el miedo. El que supongo que seguirá teniendo ahora, con su acosador en la calle a un precio de ganga. Y aún gracias, normalmente la mayoría de estos casos quedan impunes por la vergüenza de las chicas a confesarlo, la humildad de algunos padres, que no se ven con medios suficientes para afrontar un proceso penal, o incluso esa canallada tan extendida de culpar a la mujer de haberlo provocado. Mal que nos pese, «si no te vistieras así», «si no salieras tanto», «si no fueras con esa gente»... son respuestas todavía demasiado comunes ante una petición de ayuda. Pero no debemos cargar las tintas sobre el condenado, ya que al parecer el sujeto tiene problemas mentales y, como ya ha sucedido, después nos lloverán las críticas de estamentos autorizados por nuestra falta de sensibilidad para con un enfermo. A sus víctimas, pues, ´que las zurzan´.