El mismo día que el Diario publicaba los ocho apellidos más comunes de Ibiza, el actor Dani Rovira pedía disculpas a los ibicencos por un chiste sobre Ibiza en la entrega de los premios Goya. Si yo fuera hotelero de Ibiza invitaría al actor cómico Dani Rovira todo un año de vacaciones pagadas en mi hotel. Se lo merece. En uno de los programas más vistos de todo el año, en una hora punta y en la cadena de más audiencia en estos momentos ha dedicado más de dos minutos a la isla de Ibiza.

Me hubiera gustado ver el mohín de cabreo de José Ramón Bauzá y de los hoteleros mallorquines al ver el programa en directo. Los mallorquines llevan años cavilando para discernir cómo diablos consigue Ibiza estas inyecciones de publicidad en vena totalmente gratis, ellos que todavía andan apoyándose en el pobre Joan Miró, un pintor catalán que jamás se sintió mallorquín, como punto fuerte en su promoción exterior.

Ibiza puede permitirse el lujo de reinventarse toda la historia contemporánea, al menos la pequeña historia boba de nuestros días apacibles. Los catalanistas han pretendido hacer lo mismo, reinventar toda su historia, pero nadie les hace el menor caso cuando no son el hazmerreír del globo terráqueo. No les funciona allá ni les funciona tampoco cuando lo han pretendido hacer en Ibiza, con la Enciclopedia de Ibiza o en artículos de prensa. Incluso en el mundo parcelado y jerarquizado de la Educación no les funciona. Su grandilocuencia aburre más que asusta.

Pero la isla de Ibiza ha conseguido proyectar una realidad paralela, un mundo de ensoñaciones, donde los ibicencos son los primeros en reírse de sí mismos, aunque todavía quedan algunos mediocres que han quedado como el somatén de nuestras inveteradas esencias. No olvidemos que la Ibiza oficial ha sido siempre explicada, escrita y descrita por curas. Por sacerdotes de la vieja guardia.

La vida cotidiana, casi callejeante, transcurre a su manera dentro de unas fantasiosos límites de locura comedida. Solo Ibiza pudo tener una princesa del pueblo, sabiendo, como sabía todo el mundo, que era una excéntrica dama serbia, pero que no tenía nada de aristocrática. Pues ella iba por el Madrid ministerial como Pedro por su casa. Incluso en Ibiza fue el brazo derecho de algunos importantes valores de la derecha paleta pero ambiciosa.

Ay, Dani Rovira, qué bien ha entendido Ibiza, esta Ibiza Matrix que no responde a ninguna Ibiza existente: Ni Guti, ni amnesias, ni pastillas, ni clubbers, ni los precios agosteños, ni los pocholos catatónicos con su caravana, ni Paris Hilton, ni leches en vinagre: estos no son de Ibiza, no son Ibiza ni entienden nada de Ibiza: son los medios que emplean los reporteros de la telebasura para llenar sus programas mesetarios.

Pero la publicidad que ha hecho a los mercaderes de la Ibiza veraniega es impagable. No hay dinero para pagar esto. Lo único que no me ha gustado es que Dani Rovira, al día siguiente de la gala de los Goya pidiera disculpas a los ibicencos. Yo encantado de que pongas a parir a este zoo. La chusma pasará, pero la catedral y las murallas permanecerán. Los fenicios permaneceremos.

Algarrobos al poder.