En estas fechas de bonhomía, deseos positivos y mensajes de esperanza, lo acorde al protocolo sería escribir a los Reyes Magos y encargarles un cofre rebosante de inspiración y coherencia para nuestros representantes políticos. Es posible que así no tuviésemos que verlos tan a menudo empeñando en vano su palabra o contradiciéndose sin rubor. De haber llegado a tiempo, nos habríamos ahorrado, por ejemplo, la imagen del presidente del Consell impertérrito en su puesto, tras condicionarlo a la puesta en marcha del servicio de radioterapia antes del fin de 2014. Tampoco habríamos tenido que contemplar a su principal adversario político y líder socialista enarbolar sin rubor la bandera de la lucha contra las prospecciones petrolíferas en mítines y entrevistas, cuando fue su partido el que prendió la mecha de esta lamentable situación. Sin embargo, después de tantos siglos franqueando epístolas para Oriente, tenemos más que comprobado que sus majestades sobre todo hacen caso a los niños. En consecuencia, lo más práctico para 2015 es aparcar las quimeras en la cuneta y pedir deseos realizables.

Estamos despidiéndonos de unas fiestas navideñas en las que la política pitiusa ha tenido más protagonismo del habitual. Entre uvas y turrones, se nos han ido revelando buena parte de los rostros que el próximo mes de mayo nos sonreirán desde los carteles electorales. Ya definidos los candidatos y momentáneamente paralizadas las guerras intestinas, es momento de que los partidos se pongan a trabajar en sus programas electorales. Ahora es cuando hay que exigirles que no lancen nuevos brindis al sol, sino que se esfuercen en construir planes de acción equilibrados, que se ajusten a las verdaderas prioridades de Ibiza y, sobre todo, sean realizables.

La carencia de recursos económicos derivada de la crisis, agravada por la tradicional indiferencia de Mallorca y Madrid y la impericia de algunos gobernantes, han hecho que la isla, en las últimas legislaturas, se haya quedado demasiado rezagada. Lo ocurrido en fechas recientes en Talamanca, con la playa cerrada a consecuencia de los malolientes vertidos del ruinoso emisario, constituye la metáfora más ilustrativa de nuestra decadencia. Las infraestructuras y los servicios públicos no han avanzado en paralelo a la evolución que sí ha experimentado la isla en otras vertientes.

Desde el punto de vista turístico, nuestra marca ha alcanzado cotas inéditas de éxito y el sector privado ha impulsado mejores experiencias, instalaciones, restaurantes, comercios, ocio... Ibiza, hoy por hoy, está por delante de otros destinos que tratan de competir en el mismo segmento de mercado. Desde el punto de vista de lo público, ya es otro cantar. Hay tantos frentes abiertos, tanto por hacer, que ahora más que nunca se hace imprescindible una visión general de hacia dónde quiere ir Ibiza. Un plan homogéneo de actuación cuyo objetivo prioritario sea embellecer la isla; adecentarla por dentro y por fuera para que nuestra realidad se corresponda a las expectativas que la gente tiene de ella.

Cada partido, como es lógico, adecuará la estrategia a sus principios ideológicos, pero es necesario que ésta se construya planeando por encima de sus pequeños reinos de taifas. Los programas del Consell y los distintos consistorios deben coordinarse en base a esa visión superior de lo que se quiere para las Pitiüses, para que todos vayan a una y se optimicen al máximo los recursos públicos, por encima de fronteras municipales.

Que nuestro paisaje rural siga invadido por una telaraña interminable de tendidos eléctricos constituye una ignominia. Hace ya mucho que deberíamos haber empezado a soterrarlos. Cabe subrayar también el terrible estado de nuestras infraestructuras de abastecimiento y saneamiento (alcantarillado, depuradoras, desaladoras€). El agua que sale del grifo de muchos ciudadanos sólo puede calificarse de estafa y es imperativo que quienes aspiran a representarnos se comprometan a tomar cartas en el asunto y ser beligerantes con las compañías gestoras que sistemáticamente ningunean a la población. Resulta asimismo inconcebible que la suciedad y la podredumbre se expandan cada vez por más playas y que la visión de Ibiza como paraíso corra serio peligro.

Tenemos, además, barrios con aceras rotas o directamente sin ellas, estructuras monstruosas de edificios inacabados que se erigen como monumentos a la dejadez, patrimonio histórico desatendido e incluso abandonado que no ponemos en valor, y un cúmulo de necesidades sociales que no reciben respuesta. La lista es muy extensa. Por tanto, para el 2015, lo que hay que pedirle a los candidatos es que trabajen intensamente en su proyecto de isla y nos lo expliquen con claridad, sin humo ni ripios.

Que nos presenten un compendio de ideas asociadas a un presupuesto realista, que defina tanto prioridades como renuncias, y que no sea traicionado a las primeras de cambio. Hay que poner la baraja boca arriba y dejar las cartas a los Reyes Magos para los niños.