La tendencia de los políticos ibicencos a hacer públicas sus exigencias al Govern solo cuando están en la oposición (que es gratis) o cuando se avecinan las elecciones da como para elaborar una teoría conspiranoica. Parece que desde las dulces reivindicaciones del actual presidente a la mallorquifobia maniquea del anterior formen parte de un plan de los partidos para asegurar el voto del ibicenco antimallorquín medio. Todo podría empezar con un teléfono sonando en un despacho de Avenida de España, 49:

„Hola V. Soy JR., de Machorkia, ¿qué tal por Ervissa?

„Bien, aquí, equilibrando las cuentas...

„Mal. Ese no es el espíritu. Se acercan las elecciones y la cosa está chunga, así que ya estás dando un puñetazo en la mesa y reivindicándonos algo.

„¿Más colegios e institutos?

„No sé... Eso está muy trillado y es aburrido, puedes pedir otra línea de tren o más ayudas a la industria del calzado...

„Es que no tenemos de eso.

„Pues pide más vuelos y más baratos, por ejemplo, que eso siempre vende y a Fomento ni fu ni fa.

„¿Y puedo exigir que nos terminéis el Palacio de Congresos?

„¿Pero eso no está en Palma? Bueno, pide lo que quieras pero con brío y danos caña, que a veces pareces más tierno que uno de esos quesitos vuestros del Caserío...

Aviso: Esta conversación es de ficción, cualquier parecido con la realidad debería ser pura coincidencia.

#IbizaDiuNo