Cada vez menos turistas se alojan en hoteles, a excepción de los clientes del paquete de Todo Incluido, como es lógico, que usan todo ellos estas instalaciones. Hoy sabemos que a primeros de mayo vienen las avanzadillas de exploradores y alquilan uno o varios apartamentos en zonas residenciales, lejos del bullicio turístico. En verano ellos a su vez lo realquilan a dos o a ocho compatriotas. Si se trata de trabajadores de la noche los vecinos han estado de suerte, porque suelen comportarse con cierto grado de civismo.

Otros lo realquilan a media docena de turistas. Entonces, todo el bloque puede empezar a temblar. Cualquier cosa puede ocurrir, desde un incendio a destrozos continuados de ascensor, escaleras, apliques, macetas, terrazas, etc. Un vandalismo hard, que suele ir acompañado de ruidosas manifestaciones durante las 24 horas. El mismo Diario ha publicado el testimonio de algunos ibicencos del centro de San Antonio que apenas pueden conciliar el sueño durante todo el verano.

Estos turistas salvajes no se andan con contemplaciones porque se saben inpunes. Por mucho que se llame a la policía local nadie tomará ni una medida para recobrar la imprescindible tranquilidad vital. Se supone que a la policía se la reclama un centenar de veces durante el día, o quizás más. He mencionado San Antonio, pero todos sabemos lo que ocurre en la Platja d´en Bossa, en San Jorge, en Jesús a veces y en otras partes de la isla.

Ibiza ha cambiado muchísimo y lo ha hecho a una velocidad de vértigo. ¿Alguien hubiera pensado en los años 90 que habría esta demanda de apartamentos y de casas para alquilar, lejos de los núcleos puramente turísticos? Es lógico que el vecindario se encuentre saturado y con los nervios destrozados, pero es que incluso los hoteleros están algo más que alarmados, por mucho que en una gran mayoría de casos fueron los hoteleros los que comenzaron a alojar clientes en apartamentos. El alojamiento turístico es una patata caliente que los políticos temen agarrar de firme, casi tanto como al grupo de presión de los taxistas. Ya verán cómo ocurrirán cosas. Y las iré contando.

Lo cierto es que Ibiza no puede cobijar los dos millones y medio de turistas (en apenas tres meses) en sus 85.000 plazas hoteleras. ¿Y dónde han de dormir los miles de trabajadores temporeros que vienen a la isla? El problema es de consistencia y se viene arrastrando con el paso de los años. Pero centrándonos en el caso muy particular del alquiler por días a los turistas, acaba de salir pronunciada una sentencia en Valencia, notificada el 11 de noviembre. Simplemente los prohíbe. Imagino que habrá una legión de abogados -si no conocen ya este dictamen- interesados en el tema. Busquen la sentencia contra Crisjo Apartments. De nada. También los ruidos son denunciables, no lo olviden.