Me llegan los ecos de preocupación o de curiosidad por las serpientes de Ibiza. No son de Ibiza, les explico, provienen del oeste de Cataluña, de Castellón, Valencia y quizás de Albacete. Aunque no estoy muy seguro y quien pudiera saberlo no nos lo va a decir, porque es o son quienes las han introducido hibernadas en los huecos troncos de olivo. Pero claro, esta no es toda la verdad: ya llevan unos veinte años en las islas (sí, en Formentera también), por lo tanto, las culebras y las víboras de las islas han nacido aquí, ya son naturales de las islas fenicio-cartaginesas.

Son nuestras serpientes, no son unas simpapeles. Decían los antiguos periodistas romanos que nuestras islas eran tierras refractarias a la ponzoña.

Aquellos antiguos cronistas adornaban sus historias con curiosidades indemostrables, pero no les puedo culpar, yo hice lo mismo en mi agotado 'Diccionario de Secretos de Ibiza'. En mi descargo puedo decir que mis ocurrencias desprendían un evidente animus iocandi que resultó muy estimulante para los pitiusos envarados e irritables si les tocaban la Roqueta. Que no podían crecer las víboras. Bueno, pues ya tenemos serpientes de cuatro clases, que yo sepa y lo he mirado y lo he remirado, aunque la presencia abrumadora es la de herradura, prácticamente ya por todas partes. Así que aprendan a convivir o a cazarla sin piedad (en Ibiza no está prohibido cazarlas ni exterminarlas; es más, es lo mejor que nos podría pasar o nos quedaremos sin salamanquesas y lagartijas). Hay tres tipos de culebras: bastarda, de escalera y de herradura. Y una víbora que ha de ser la hocicuda. A no ser que algún desalmado haya soltado algún ejemplar exótico, como esta misteriosa serpiente verde a la que aludía la diputada Esperança Marí en un tiempo. No existe esto en Ibiza ni en España, como no sea alguna tonalidad ocasional de la culebra bastarda y es un verde muy oscuro, amarronado, verde oliva.

La única peligrosa para el humano es la víbora, con una cabeza característica, acabada en un hocico hacia arriba, unos ojos con pupilas verticales y el dibujo en zigzag. A menudo es difícil distinguirla en el fragor y en la confusión del envite. Lo mejor es rehuirlas, no molestarlas.

Pero si se diera el caso de una mordedura, no alarmarse. Hay unas horas de margen, pero hay que ir al hospital donde tienen el antídoto contra el veneno. Un pequeño torniquete si se puede, lavar la herida con agua y a buscar ayuda clínica. Todo lo demás son películas. Ni cortar ni chupar la sangre. El Consell ha gastado una pila de euros para tratar de controlar la ya extensa población. Pronto sabremos resultados. Será muy difícil, aunque con esta excelente temperatura parece como si nunca hibernaran. Pero lo hacen.Las serpientes pitiusas tienen un enemigo formidable: los erizos. No los maten, no los cacen, déjenles aceitunas y fruta y vendrán cerca del corral. Pero hace un tiempo se me ocurrió un enemigo igualmente atroz: un gallo. Los gallos las despiezan y por supuesto, se la comerán las gallinas. Así que gallo, erizos y azadón.