El Ayuntamiento de Sant Antoni, por medio de su responsable de prensa, califica de «acto vandálico» pegar en la puerta de la institución con celo unos folios en los que pone en letras grandes ´¡Basta!´ y ´Prou!´. Los dejaron allí algunos ciudadanos que participaron en una marcha-cacerolada para protestar por la gestión del PP en el pueblo (según los organizadores, PROP, «nefasta») y por el desmadre generalizado al que no se pone coto.

En esta curiosa utilización del lenguaje, el equipo de gobierno ha puesto el listón muy alto: si pegar una quincena de folios con celo es un «acto vandálico», será interesante saber cómo califica las siguientes situaciones cotidianas con las que tienen que bregar los vecinos del pueblo a diario durante el verano y ante las que el Ayuntamiento o no toma medidas o son tan tibias que los resultados son nulos:

-Borrachos tirados por las calles, en mitad de las aceras, en los portales. Borrachos vomitando en cualquier lugar. Grupos de borrachos que intimidan y molestan a otros turistas o vecinos.

-Restos de botellón en cantidades industriales que cubren las playas, el paseo marítimo, la zona de ses Variades (nadie impide el botellón pese a que los carteles advierten de que está prohibido), las calles, los descampados.

-Calles llenas de vómitos, botellas rotas y basura, resultado de la juerga nocturna.

-Ruido y música a todo trapo por todas partes.

-El incumplimiento de los horarios de cierre y la limitación del volumen de la música en establecimientos.

Al Ayuntamiento le iría mejor si escuchara a sus vecinos en vez de llamarles vándalos. Los vándalos son otros.