La última ocurrencia que nos quiere colar el Ayuntamiento de Sant Josep, donde el PP ha vuelto por sus fueros, es allanar el terreno para que en el polígono industrial de Sant Jordi se puedan abrir discotecas o, lo que suena mejor y es más genérico, «locales de ocio»; una especie de definición-paraguas bajo la cual puede caber cualquier cosa imaginable, siempre que haga ruido y conlleve mucho mogollón de coches y gente. Así, el PP ha modificado el planeamiento urbanístico de la zona, situada a unos metros del castigado pueblo de Sant Jordi, cuyos vecinos sufren cuatro meses seguidos de martirio nocturno por la música de las discotecas y similares de Platja d´en Bossa y de la carretera de ses Salines, situados mucho más lejos que el polígono que podrá albergar cualquier tipo de negocio nocturno si el sentido común no lo remedia. El equipo de gobierno de Sant Josep toma una decisión que de nuevo favorece intereses particulares en contra de los generales, pues no hay que ser un lince para saber que los negocios nocturnos son incompatibles con el descanso de los vecinos. Este detalle no parece preocupar a los políticos del PP y sus socios de Al-In: al teniente de alcalde Vicent Torres le parece una idiotez, como se deduce de sus palabras: «Total, ya hay ruido en la zona», replica al periodista. Qué más dan unos decibelios más que menos, estamos en Ibiza, la isla de la diversión y del desmadre. Ya puestos ¿por qué no una discoteca en la iglesia, ya que de noche está cerrada? La barra en el porche sería el no va más.