Macroeconomía I: Los vascos son más ricos que los baleares. Por tanto, los vascos cobran de los baleares en aras de una peculiar solidaridad interterritorial. ¿Qué tienen los vascos para cobrar de una región más pobre que la suya? Ocho apellidos y la habilidad de enfurruñarse periódicamente con la amenaza de que se irán de España. Ergo, los vascos cobran por ser españoles. De los baleares, entre otros. No existe un abrumador comercio interregional. Pagamos por romanticismo, porque no podríamos consentir que España perdiera una parte tan bonita de su territorio.

Macroeconomía II: Los catalanes se quieren ir de España porque no cobran, como el goleador que se siente infravalorado en su equipo. En cambio, los baleares pagamos para seguir en España. En concreto, abonamos cinco euros a cada español para permanecer en un club de segunda. Somos un futbolista muy rentable y que además paga para jugar, el sueño de la élite extractiva madrileña. Tampoco percibimos primas al obtener una victoria. Al contrario, tenemos la mínima financiación y la mínima inversión por habitante. Morimos por España, literalmente. De suerte no nos obligan a matar por España, no den ideas. ¿Por qué los baleares no nos marchamos? Porque no tenemos adónde ir. Aislados y ninguneados, no somos demasiado interesantes.

Macroeconomía III: La inversión de España en cada español asciende a 242 euros anuales. La inversión de España en cada balear desciende a 124 euros. La mitad, macroeconómicamente hablando. Es decir, solo somos medio españoles. Pagamos más que nadie por el dudoso honor de ser mestizos. A cambio de saquearnos, nos obligan a comer en un rincón y a dormir en un jergón. Si yo fuera vasco, querría ser español. Como mallorquín, me cuesta incluso ser medio español. Y si nos esforzamos en pagar más, nos devolverán todavía menos. A la hidalguía hispana le insultan las dádivas. No somos españoles a medias, sino españoles por debajo de las medias. Por lo que hay debajo de las medias.