Desde hace semana y media, el Govern cuenta sus días por la tanda de varapalos que recibe de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior. Debería ser motivo sobrado para entrar en crisis existencial y replanteárselo todo, pero no, el Ejecutivo Bauzá se abstrae y bloquea devaluando el sentido institucional. Igual que ha ocurrido en otras épocas recientes con asuntos vinculados o dependientes de la corrupción política -todavía se pagan las consecuencias de ello- la situación declina en la práctica asunción de la Justicia de materias que son propias y deberían ser exclusivas del Ejecutivo. La legislación es el instrumental que lo delimita todo, pero cuando ésta se contamina por mal uso o, directamente, no es respetada, ocurren las anómalas situaciones que se están viviendo estos días en Balears.

En condiciones normales, los afectados por la obligada irrupción de la Justicia en la gestión de gobierno -debería ser excepción, pero aquí casi se ha vuelto rutina- se sonrojarían o buscarían el punto de encuentro y el consenso como garantía de estabilidad, más allá de la determinada por una mayoría absoluta parlamentaria que acaba deformándose cuando se abusa de ella. Balears es diferente en muchas cosas, desde la discriminación presupuestaria del Gobierno a los compartimentos de unas instituciones que, fuera de la higiene democrática, se dan la espalda.

El Tribunal Superior acaba de aclarar la situación efectiva del TIL. En pocas palabras, dijo que hay un antes y un después del 24 de septiembre, fecha en que se invalidó el decreto de su aplicación. El tribunal especifica ahora que los centros que tenían aprobado el proyecto de Tratamiento Integral de Lenguas antes de la fecha mencionada, deben mantenerlo. No es el caso, por contra, de los 22 centros con plan pendiente de aprobación o los 44 carentes de él. En la práctica, la medida significa una resurrección sustancial del TIL porque con ella el controvertido sistema docente de trilingüísmo sigue vigente en el 80% de los colegios de Balears. A partir de ahí se han vuelto a disparar las interpretaciones y las confusiones que mantienen la anormalidad sobre el curso escolar que acaba de empezar.

En la entrevista publicada el domingo por este periódico, la consellera de Educación, Núria Riera, manifestaba que resultaría poco serio y desigual disponer de centros con el trilingüísmo en vigor y otros no. Es un contrasentido, pero es la situación real que se ha creado y habrá que administrarla con las dificultades que ello comporta. Por eso, el curso escolar sigue muy alejado de la normalidad. Está instalado en la incertidumbre. El Govern sigue empeñado en mantener el TIL a toda costa. En solitario. Las conversaciones iniciadas no van más allá del saludo protocolario a la nueva consellera.