Puestos a pensar mal, porque pensar bien o regular cada vez se hace más difícil, parece ahora que el nombramiento de Joana Maria Camps como consellera de Educación fue un señuelo. Algo parecido a lo de Gallardón como ministro de Justicia. Bauzá nombró a una persona que desconocía absolutamente la materia como muñeco de pim pam pum para que se llevara todos los tomatazos mientras él intentaba aplicar el más controvertido de sus proyectos. Camps no solo fue fiel, sino que hizo todo lo posible para recibir todos los golpes, metiendo la pata una vez tras otra y todas las que fue necesario hasta la derrota final. Una vez quemada la consellera y en vista de que no parecía dispuesta a dimitir, Bauzá se la quitó de encima y puso a otra en su lugar que, aunque parece algo más avispada, tiene un camino lleno de espinas por delante. Por el momento ya ha mostrado también la fidelidad necesaria con su intención de aplicar el TIL contra viento, marea y sentencias judiciales, aunque sin mandar órdenes concretas a los centros educativos para no tener problemas jurídicos. Pese a los cambios, el problema sigue siendo el mismo que hace un año: todas estas idas y venidas nos siguen alejando del objetivo de garantizar la mejor educación a nuestros hijos, que debería ser la prioridad de todos y a lo que nunca llegaremos si no empezamos ya a buscar el consenso. #IbizaDiuNo