A ver cómo sale ahora de esta José Ramón Bauzá, el presidente que prometió autopistas de la educación pero que se ha empeñado antes en desmantelar el sistema actual a base de bulldozers. Resulta difícil imaginar una chapuza mayor que la que ha perpetrado Bauzá con el TIL, el Tratamiento Integrado de Lenguas con el que persigue un equilibrio en las aulas entre catalán, castellano e inglés. Una reforma tan ambiciosa como la que pretende el Govern, y que afecta a un ámbito tan sensible como la educación, no se puede (o más bien no se debe) hacer dando un puñetazo en la mesa y saltándose al estilo de El Cordobés las normas, tanto legales como las que dicta el sentido común. El PP se justifica diciendo que el trilingüismo era una promesa electoral, como si las promesas electorales estuvieran eximidas de tener que cumplir la legalidad. En su precipitación por imponer su nuevo sistema cuanto antes, aprovechando el rodillo de la mayoría absoluta, y al hacer las cosas tan mal, el PP también ha estafado a sus votantes, que como el resto de los ciudadanos sufren las consecuencias de la torpeza política del Govern.

¿Qué puede pensar un votante o un militante del PP? Que su partido ha sido incapaz de hacer realidad una promesa electoral sin sumir al sistema educativo en el caos y en la crispación, y que su negligencia y prepotencia han sido tan grandes que ha incumplido incluso las leyes, y por ello, el mismo Tribunal Superior de Justicia de Balears, por segunda vez, ha anulado el decreto del TIL y ha suspendido su orden de aplicación. El Govern no consultó a la Universitat de les Illes Balears, como establece el Estatut d´Autonomia en cuestiones relacionadas con la normalización de la lengua catalana, y además vulneró la Ley de Buen Gobierno al no incluir un análisis suficiente del impacto que causaría la norma.

Un partido que logra la mayoría en unas elecciones está legitimado para dictar una política educativa determinada (todos lo hacen, lo que provoca una continua inestabilidad en las aulas: cada gobierno quiere dejar su huella y así nos va), pero si pretende modificar el sistema hasta la médula, es preciso realizar una planificación previa, desde el punto de vista pedagógico (contando con expertos y no solo con palmeros), de los recursos y medios que serán necesarios; hay que establecer unos plazos paulatinos para que los alumnos vayan acostumbrándose a recibir clases en inglés de otras materias (y no empezar con las matemáticas en primero de ESO, por ejemplo), plazos que debe marcar la pedagogía y no una cita electoral; y, sobre todo, hay que invertir dinero en profesorado, en su formación y en recursos. Y contar con ellos, ya que se modifican de forma sustancial sus condiciones laborales y van a ser los responsables de trasladar a las aulas esos cambios. Nada de esto se ha hecho. Bauzá quiso convertir los centros escolares en trilingües a base de aprobar decretos y de saltarse leyes como el propio Estatut d´Autonomia, y ha conseguido que, por segundo curso consecutivo, la incertidumbre y el desconcierto reinen en las aulas. ¿Qué va a pasar ahora? Nadie lo sabe. El Govern recurrirá las resoluciones judiciales del TSJB y está dispuesto a seguir aplicando el TIL, en una demencial huida hacia delante contra todo y contra todos.

Es la ocasión de frenar y rectificar, y empezar de nuevo contando con los educadores y con los expertos, especialmente con la UIB. Cambiar a la cúpula-títere de la conselleria, quemada e incapacitada ya para el diálogo, sería un buen comienzo. Miles de alumnos están sufriendo las bravuconadas de un presidente encabezonado, atrincherado en su idea de lo que tiene que ser la educación. Ya es hora de que recapacite.