En Mallorca voces de peso han dicho basta a la degeneración de un tipo de turismo suicida. Hace muchos años que los mallorquines se han plantado, ante el desinterés de la administración del Govern y de los respectivos ayuntamientos. Estos días se van sabiendo detalles de una densa red de corrupción policial y empresarial. Lo más parecido que he visto o leído está en la novela/película ´L.A.Confidential´, pero es bastante más grave lo de Magaluf.

Cuidado con los mallorquines cuando se ponen en faena. Pero cuidado como alguien se ponga a investigar en serio en las Pitiusas.

En Ibiza estamos en la etapa previa del descontento generalizado del vecindario. En realidad es toda la isla la que siente en propia piel la mordedura de la saturación, del calor, de los timos continuos en los precios y en algunos productos o en las instalaciones ruidosas e insalubres. En suma, de una isla corrompida, indefensa y vilipendiada. Como dije en los años 80, en la Ibiza veraniega todo el mundo molesta a todo el mundo. Ahora ya solo es cuestión de tiempo para que afloren los nervios y salten las contradicciones.

Pero los ibicencos todavía no saben como enfrentarse al caciquismo y a la corrupción. Podríamos decir que toda la España turística está en ebullición. La gente ha llegado al tope de aguante. Se quiere turismo, sí, pero que no dinamite la convivencia ni convierta las calles, playas y plazas en antros de desfase, controlados por las mafias del narcoturismo, tan arraigadas en Ibiza que casi ya parecen de la familia.

Las felaciones, beach-polvos, boat-partys, los balconings y las borracheras de alcohol y pastillas son tan propias de Ibiza como de Magaluf. En la playa, en la calle, en la piscina, en los pubs, en las discos. Aquí que nadie se haga el despistado o le vamos a dar más detalles.

Pero no presumamos, nosotros no tenemos la exclusiva. Las turistas paseando de día íntegramente desnudos por la Barceloneta han sido noticia en toda la prensa europea. Noticia y hazmerreír. En Calella se han denunciado escandalosos pub-crawls nocturnos por todas las discotecas y pubs de la villa. Los recorridos del cangrejo, o sea, tan borrachos que salen del pub a cuatro patas.

En el ´Saloufest´ se reúnen en cualquier época del año unos miles de jovencísimos estudiantes británicos para hacer deporte. El deporte no es levantamiento de pesas sino empinar el codo, como buenos británicos sin control ni sentido de la medida.

¿Qué decir de Lloret? ´We love Lloret´ por sus recorridos o procesiones etílicas que tienen a los habitantes y residentes pasmados y hartos, sin entender por qué el turismo se ha convertido de un día para otro en un ritual de autodestrucción, violencia, ruido y concursos sexuales imposibles. Y exigen soluciones a los desesperados munícipes. «Es que si no viene este turismo no vendrá ningún otro», es la excusa. En Ibiza nos suena la frase, pero sabemos por experiencia que es todo lo contrario: no vendrá otro tipo de turismo mientras venga este.

En Gandía ya tienen el mismo problema. Ay, en mala ahora se realizaron aquellos programas de ´Gandía Shore´. En fin, el mal de muchos puede consolar a algunos, pero en Ibiza tenemos que actuar y hacerlo ya. Ibiza, isla de la libertad, no es este desmierde ni esta mierda.