l verano ha ido desfilando ante nuestras narices y lo ha hecho volando. A grandes rasgos sigue la orgía de violencia: Putin ha mordido fuerte en Ucrania y no quiere soltar la presa, Ucrania se defiende y están generando una riada de cientos de miles de refugiados y gente desplazada que intenta huir de la zona en conflicto. Todo en conjunto ha creado una crisis casi total en el turismo ruso que tenía previsto visitar España. Solo unos miles en Ibiza, no llegan a los diez mil, pero es un mercado emergente muy apetitoso que estábamos mimando para ponerlo en nuestro objetivo prioritario. Nada de todo esto ocurrirá. No de momento.

Si nos ponemos a pensar llegamos a la conclusión de que somos muy frágiles. No nos engañemos por los récords de visitantes, por la abrumadora avalancha de narcoturismo ni por el ruido insoportable e inhumano de las discotecas y de los antros beach o boat que se pretenden novedosos. Europa seguirá haciendo turismo, pero ningún destino, ninguno, tiene el maná asegurado. Véase ahora el sufrimiento pasado por Grecia y Turquía, véase lo que ocurre en Marruecos, Libia, Egipto, incluso Jordania. Véase Israel.

Ibiza tiene una gran fuerza debido, paradójicamente, a su minúsculo tamaño. No tenemos que ocuparnos con 30 millones de visitantes. Con solo dos ya somos una isla atiborrada. Y aquí voy: no permitamos que nuestros dos millones se apoderen de la isla, la borren del mapa y la destruyan, directa o indirectamente. Porque somos muy frágiles.

Durante esta semana, todos hemos asistido al nacimiento de dos agentes que podrían ser letales para el turismo en un sitio como Ibiza: el ébola y el volcán Bardarbunga, dos palabras que en la cabeza resuenan como tambores lejanos en la no tan extraña África. Hablo en términos de posibilidad más que de probabilidad. Nadie espera que el ébola pueda constituir un problema serio en Europa. Y sin embargo ya lo tenemos aquí. De forma controlada, ha estado en Madrid, está en Gran Bretaña y se extiende inexorablemente en varios países del centro y del oeste del continente negro. Lo sabemos todos, los medios de comunicación no ahorran detalles, sobre todo tras el triste fallecimiento del padre Pajares. ¿Qué sería del turismo de Ibiza si una cadena de brotes y de rebrotes castigara el continente y por qué no, la misma isla de Ibiza? No quiero ni pensarlo. Por esto decía que podría ser posible, pero no probable.

El segundo factor ya lo hemos vivido en propia piel. ¿Quién no recuerda en 2010 los malos humos del volcán islandés de nombre impronunciable -Eyjafjallajökull- que cerró gran parte de los aeropuertos europeos durante unos días interminables? El Bardarbunga está despertando en Islandia. Lo hemos visto en televisión y se puede ver en Youtube. De momento solo hay sismos.

Un verano agotador, exitoso, alarmante. Y al final, las sombras oscuras, estas dos sombras negras. Pero seamos optimistas siempre.