Turismo ruso: confirmado lo que tantas veces he sugerido en términos de amenazante probabilidad: El día 18 de agosto, en la portada de La Vanguardia: «El turismo procedente de Rusia disminuye un 20% en agosto» y explica que se debe a la caída del rublo y a las consignas oficiales. Expresan su sorpresa y su limitada capacidad de reacción. Pues no, no hay sorpresas, todos quienes seguimos la actualidad lo sabíamos y lo avisamos. Escrito quedó. Ahora queda por saber si la caída llegará al 40%, tal como temía en «A gusto cuando aprieta agosto» del día 13. Porque no existe -que yo sepa- ni una sola posibilidad de meter baza para reaccionar ante esta puñalada relativamente inesperada.

No se han facilitado datos todavía sobre el grado de incidencia en Baleares, pero a la fuerza ha de ser similar a Cataluña. Además el cambio del rublo con el euro es muy desventajoso y las consignas de Putin son una orden tajante para estos millonarios, cebados al amparo del poder (como en España, por cierto), que saben como se las gasta el primer mandatario.

El lujo funciona. Los establecimientos hoteleros de distinto estilo que llevan funcionando desde 2007 más o menos, recogen una excelente ocupación. Bueno, todos, de todos los estilos, segmentos y sitios, tienen una ocupación muy alta en 2014. Pero no es por el trabajo bien hecho ni por la promoción inteligente, dos factores que también han de influir a la fuerza.

Vicente Serra ha caído en el mismo triunfalismo de Xico Tarrés, cuando se autoatribuía el ascenso de turistas ingleses a las brillantes campañas del Consell. Tienen tan pocos pasteles que llevarse a la boca, que no dudan en inventarse argumentos sesgados cuando no falaces. En aquel caso fue la ruptura violenta griega, con una crisis económica y social que alarmó al turismo alemán y al británico (en Corfú). Desde 2010 las Baleares y otras zonas del litoral español se están beneficiando de millones de turistas prestados por los países árabes. También debemos valorar la incidencia de la promoción pitiusa. No se trata de despreciar el trabajo de nadie, pero tampoco debemos comprar el primer camello cojo que nos quieran vender los políticos.

Es verano, hay vicio. Supongo que nadie discutirá esto, Ibiza debe gran parte de esta ocupación precipitada e insoportable a la oferta monolítica. Es decir, Ibiza y Formentera vendemos verano y vicios. Cuando desaparece uno, desaparece el otro. Y dicho en forma humorística recurrente, no es que los turistas vengan cuando abren las discotecas, sino todo lo contrario: las discotecas abren cuando vienen los turistas. Y los turistas solo vienen medio verano para colocarse como cubas o ponerse ciegos de pastillas. ¿Y el lujo? El lujo es como la tierra, solo es para quien lo trabaja.