Las cuestiones vinculadas a la enseñanza siempre son delicadas y, tanto en sentido positivo como negativo, producen largo efecto. Si se hacen bien, repercuten en beneficio del alumnado primero y después de la sociedad en general. Por contra, si se fracasa o abandonan, dejan lacras y secuelas, muchas veces de reparación compleja o imposible, en los mismos itinerarios.

A Balears, como resulta evidente, no le faltan problemas vinculados con la educación, pese a lo cual, en distintos ámbitos, parece haber indiferencia y hasta desprecio sobre tan delicada materia. Incluso en verano, época de teórico sosiego docente, salta de polémica y controversia que a nada bueno conducen. Basta ver el todavía vivo y desafortunado episodio protagonizado por la diputada del PP Ana María Aguiló, a cuenta de la insostenible equiparación entre asambleas de docentes y violencia de género. Hasta el PP ha desautorizado a su locuaz representante.

El curso pasado se inició malo y siguió a trancas y barrancas por el rechazo y la imposición del Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL) y los recortes en Educación. No está descartado que el próximo, ya inminente, se estrene también con huelga. Razones y justificaciones aparte, nada halagüeño y carencia de sosiego necesario para la eficacia de la tarea docente. Se corre incluso el riesgo de que los conflictos inmediatos impidan ver el bosque mayor de problemáticas más profundas.

Pero lo uno está, en definitiva, interrelacionado con lo otro.

El día en que el presidente Bauzá prometió que la actual legislatura sería la de «las autopistas de la educación» lanzó una de las mayores falacias que han salido de sus labios. En tres años se han sucedido abundantes episodios que así lo atestiguan pero ahora, con el aval de la Universidad de Sevilla, se desvelan abandonos y desintereses que dejan en pésimo lugar al Govern como garante de la enseñanza pública de este archipiélago.

La conselleria de Educación acumula ya más de dos años sin aplicar programa alguno de lucha contra el fracaso escolar. Ocurre en la comunidad española que arrastra las tasas más altas de repetidores y las más bajas de graduados en Secundaria. Hasta enero de 2012 estuvo en vigor el Programa de Reforç, Orientació i Suport (PROA), del que investigadores de la universidad sevillana acaban de acreditar su solvencia. En Balears se aplicó con éxito durante cinco años en unos 70 centros públicos. Quienes se beneficiaron de él lograron incrementar, cuando menos, la nota media de lectura en las pruebas PISA. No es poco.

El Ministerio de Educación ha acabado suprimiendo buena parte de los programas de refuerzo educativo. No ocurrió lo mismo con el programa PROA pero, incomprensiblemente, Balears no volvió a acogerse a él cuando era el momento. Buena parte de escolares rezagados por distintos motivos y de inmigrantes con dificultades de integración están pagando las consecuencias. Con ello se deterioran, todavía más, los resultados y las dificultades de las tareas docentes.