El papelón que tiene ante sí Virginia Marí tiene todos los ingredientes de una tragedia griega. Podría compararse su papel con el de Ícaro, cuyas alas se quemaron por querer acercarse demasiado al sol, aunque me consta que no tiene demasiadas ambiciones políticas. Y precisamente por esto y por su carácter, indómito pero sincero, directo pero honesto, intuyo que inicia una travesía trufada de obstáculos y sinsabores. La oposición ya ha advertido de que no tiene margen para el error; no le dan los cien días de respeto a que tiene derecho todo gobernante, y con buen criterio, entre otras cosas porque es un tercio del tiempo que estará al frente de la alcaldía. Ella lo sabe, seguro también que así se lo han advertido desde su entorno más cercano: diez meses es un plazo insuficiente para colgarse medallas pero más que respetable para darse el batacazo. Se rodeará de gente de confianza, todo un acierto, y confío en que tomará decisiones como lo ha hecho toda su vida: desde la lealtad y la coherencia. El resultado de tamaña empresa se conocerá pronto y conociendo el percal me da en la nariz que tendrá más problemas en el seno de su partido que con los miembros de la oposición. Y si no, al tiempo, que en política la sinceridad no cotiza demasiado últimamente.