¿Quién le iba a decir al Molt (poc) Honorable Jaume Matas cuando era ministro o presidente de Balears que unos años después daría con sus huesos en la cárcel? Hubiese puesto la misma cara de incredulidad que nosotros, tan seguros estábamos de la impunidad de los políticos corruptos en este país tan dado a los indultos. Pero para nuestra sorpresa, y la suya, las cosas están cambiando y Matas ha enfilado, como otros antes que él, el caminito del centro penitenciario, el de Segovia concretamente. Abrió la puerta que se cerró tras él y seguirá así durante nueve meses (el tiempo que debe cumplir por corrupción), vestido como quien va al gimnasio, con un polo, un pantalón cómodo y unas deportivas, y con una bolsa al hombro. Desde su celda, el expresidente tendrá ahora tiempo para reflexionar sobre si valió la pena dejarse llevar por la codicia que le ha conducido a la prisión. Al igual que su exconseller ibicenco José Juan Cardona (que cumple una larga condena de 16 años en Ibiza), en cuanto se familiarice con la rutina carcelaria, Matas podrá hacer amigos (seguramente tendrá un compañero de celda), pasear por el patio o trabajar en el economato. No habrá viajes, ni coches oficiales, ni Urdangarines con los que codearse, ni gomina que llevarse al pelo. Recuerdo que era un hombre frugal en sus gustos culinarios. En Segovia, cuna del cochinillo, Matas se va a hartar de pan y agua.