Voy a aprovechar este espacio que me dan mis jefes para venderme porque quiero convertirme en conferenciante profesional, que parece bastante más rentable que lo del periodismo. Prometo hablar clarito, no trabarme, y garantizo la inclusión de algún chistecillo para hacer la cosa más amena. Sólo tengo un problema: no soy famosa, pero si realmente les intereso, prometo ir a algún reality de la tele o inventarme un amorío con algún torero. Había pensado ofrecerme para una portada de Interviú pero me temo que ya no estoy para esos trotes por mucho photoshop que le echen a mis fotos. Y es que estoy viendo que esto de ser conferenciante es un chollo. ¿Saben ustedes lo que gana Chelsea Clinton por cada conferencia? Se lo digo: unos 55.000 euros. La chica no parece ser experta en nada pero es muy polivalente y en sus charlas puede hablar desde del cambio climático al hambre en el mundo o a la desigualdad de las mujeres. Igualito que yo. Chelsea no es la única que se está forrando a cuenta de ir por ahí conferenciando. Su madre Hillary, por ejemplo, ha ganado más de 5 millones de dólares en un año de charla en charla, y su padre habría ganado, según la CNN, unos 106 millones de dólares por sus conferencias desde que abandonó la Casa Blanca en 2001. Al matrimonio Clinton, desde luego, no se le puede acusar de no saber de qué hablan cuando tratan de cuestiones de política de alto nivel, pero lo curioso es que en sus conferencias el tema a tratar es lo de menos. Igual da de lo que hablen, la gente lo que quiere es verlos. En España también tenemos ilustres conferenciantes que ganan millonadas por dejarse ver. El expresidente Aznar va por medio mundo dando charlas y cobra unos 36.000 euros por un discurso de hora y media, mientras que Felipe González hace lo propio por unos 30.000.

Ya sé que no me puedo comparar con ellos, que no soy expresidenta de nada y que mi padre era un zapatero y no el líder más poderoso del mundo, y por eso estoy dispuesta a hacer una rebajita y a dejar mis honorarios en la mitad, hasta en un tercio, oiga, que todo es negociable. Entretanto, voy a dejarme ver en saraos y a hacerme selfies con famosos a ver si así les puedo interesar. Les aseguro que, igual que la hija de los Clinton, puedo hablar de lo que quieran, que para documentarme está la Wikipedia.