La herida del Cetis aún no se ha cerrado. El Consell y el Ayuntamiento de Ibiza siguen manteniendo una guerra sorda sobre la estación de autobuses que va más allá de las diferencias de criterio. El último capítulo es el rechazo del Consistorio a la propuesta de la máxima institución insular para ampliar el número y mejorar las paradas de autobús que el cierre de la estación ha vuelto a diseminar por la ciudad. Parece lógico que, si hay paradas en las calles, éstas tengan un mínimo de comodidad para los usuarios y que no haya que asistir cada día a la imagen tercermundista de los clientes esperando el bus sentados en los escalones de los portales o en las escaleras del ruinoso edificio de la antigua Delegación del Gobierno. Pero claro, parece más lógico aún que si hay una estación en la que se han invertido muchos millones de euros para dar un servicio homogéneo y de calidad, no esté inutilizada por culpa de la batalla entre dos instituciones que gobierna, supuestamente, el mismo partido. El Ayuntamiento alega lo mismo que alegó en su momento: los problemas de tráfico y de contaminación que provocan los autobuses en la ciudad, mientras que el Consell quiere más espacios de sombra y más facilidad para que maniobren los vehículos. Mientras, los que sufren son los ciudadanos y los turistas, expuestos en cualquier acera a las inclemencias del tiempo. Cuando caigan las primeras tormentas de verano nos vamos a acordar de aquellos polvos y de estos lodos. #IbizaDiuNo