Quien quiera ser feliz en Ibiza tendrá que aprender a amar a los ingleses, porque suponen el mayor contingente turístico de nuestras Pitiusas. Y porque dicho sea de paso, son muy peleones, van excitados y mejor no darles motivos gratuitamente.

En mis dos artículos precedentes recordamos esta dichosa cruz de Ibiza: el todo incluido y el pubcrawling, que es un estúpido deporte típicamente británico: beber muy deprisa hasta reventar o casi, hasta caerse desmayado o entrar en coma. Hay que ser descerebrado. Pues algunos lo son.

Y son muchos, como todo el mundo sabe o supone por pura experiencia. ¿Como cuántos? Como... casi la mitad de los turistas. Exactamente el 41,5% o dicho de otra manera 774.738 británicos. Estos datos proceden del Ibestat (nuestro Instituto Balear de Estadística) a partir de la encuesta de flujos turísticos Frontur.

En total llegaron 1,8 millones de turistas extranjeros. Los españoles, muy a la baja, seguimos inmersos en una crisis espantosa y que todavía durará años. Pero el efecto crisis griega, con sus violentas manifestaciones, abortó los planes de muchos ingleses que se habían acostumbrado a la calidad y precios de Corfú, ´la otra Ibiza´. Turquía y Grecia perdieron muchos vacacionistas de esa nacionalidad. Ahora sabemos que Ibiza y Formentera han sido dos beneficiarias directas que han visto aumentar los british en un 17% en los últimos tres años. Aumento espectacular que solo se explica por la tragedia mediterránea que no cesa. Sin minusvalorar la cotización de la libra, muy buen frente al euro.

Así que hay que aprender a amar a estos ruidosos turistas pobres. O no tan pobres, los 774.738 turistas dejaron un total de 703,5 millones de euros. Los alemanes gastaron 290,3 por 432,8 los españoles. Si partimos de 2011, los turistas ingleses han gastado casi un 30% más. Seguramente estamos ante una buena ocasión para fidelizar a estos bailones, que aprecian las discotecas, las pastillas, la cerveza, pero también buscan precios que puedan afrontar. No podemos olvidar que dese que estamos empotrados en la moneda única no podemos jugar con la devaluación, mientras que en el norte de África y en Turquía pueden ofrecer unas plazas a precios impactantes contra los que no podemos luchar.

Nuestra experiencia es un grado y en una isla donde se ofertan casi cien mil plazas en tan solo tres meses, es comprensible que se tenga que recurrir al turismo de masas, por muy lesivo que sea para nuestra sostenibilidad. Hay muy poco donde elegir y el recurrente latiguillo del turismo de calidad es una quimera. Existen turistas de gran calidad, pero no para llenar todas las plazas durante todo el verano. Además, datos cantan, son los más numerosos, aman Ibiza y gastan mucho dinero. Bienvenidos.