«Ibiza es como mi casa», «Ibiza es mi isla», suelen decir los españoles y los europeos que han pasado unos meses o una semanas entre nosotros. Es una de las propiedades de profundo telurismo de esta isla de carácter oriental: te captura de tal manera que acaba por hipnotizarte sin que te hayas apercibido y piensas que ya la posees, sin tener conciencia de que has sido hechizado por la isla y es esta quien te posee y hará de ti lo que quiera.

Telurismo, decía, y es así como esta isla cartaginesa o fenicia conserva su configuración espiritual para influir en el alma de quienes la habitan. Por esto, muchos tememos esta energía de Ibiza, a la que nunca debes enfrentarte, solo dejar que te lleve y en algún momento impreciso -disimuladamente- desprenderte y salir huyendo como los argonautas de Ulises salieron de la cueva de Polifemo o de los brazos sensuales de Circe y sus brujitas.

Sabiendo esto ya nos extrañaba que la diáspora de los turistas nacionales fuera tan prolongada. Los pobres españoles (más arruinados que pobres) dejaron de venir en masa en 2010. Es fácil comprender que la crisis desatada abiertamente en 2007, aunque no la reconociera ZP, terminó por cobrarse sus víctimas. La isla joven, la isla de la marcha vio como los españoles dejaban las maletas en el trastero. El golpe fue sonado y cuatro años después todavía no nos hemos recuperado.

Bueno, pues según las previsiones de diferentes fuentes, durante este verano atiborrado de británicos, alemanes e italianos, volveremos a recibir a algunos nacionales, al menos y como siempre durante los dos meses locos de la Ibiza desquiciada.

Ibiza fue su isla, Ibiza estaba en boca de castellanos, catalanes, valencianos durante todo el invierno. Ibiza volverá a recuperar a los españoles en 2014. No nos hagamos muchas ilusiones: serán pocos y serán breves. Muchos de ellos solo aguantarán la maceración en alcohol durante tres días, en viajes relámpago y combinados con Valencia. Pero ya es algo, añade diversidad, que en este caso es equivalente a seguridad, porque tenemos que mantener el mercado lo más variado posible.

En principio, los mallorquines están alborozados porque en Semana Santa reciben numerosos paquetes de turismo español. Pero Ibiza no es Mallorca y a la inversa. Ibiza ganará a todos las competidores al final del verano, ya sabemos que el turismo joven prefiere las Pitiusas con gran diferencia, sin duda por la apabullante publicidad y la espectacularidad de las discotecas que pululan por las islas. En estos momentos nadie piensa en las medusas sino en las aguas de postal, en el ritmo incesante durante las 24 horas y en el encuentro de un amor eterno que dure unas horas. Un amor que se contará durante toda la vida. O no, quizás sea más discreto callarlo.

@MarianoPlanells