Explicábamos hace unos días cómo el origen de todos los males de Sant Antoni reside en los apartamentos de baja calidad que se construyeron en pleno casco urbano durante los primeros años de la década de los ochenta. Y que por tanto sólo será viable un futuro para Sant Antoni cuando emprendamos decididamente una adecuada reconversión turística. Esta reconversión turística tiene que convertir todos nuestros establecimientos ´hoteleros´ obsoletos en nuevos establecimientos de cuatro o cinco estrellas y necesariamente en primera línea de mar. En la escasa primera línea de mar que la burbuja del ladrillo y la construcción de segundas residencias nos ha dejado. Si nos circunscribimos al casco urbano de Sant Antoni (sin tener en cuenta Cala Gració ni la avenida Dr. Fleming) los apartamentos a los que nos referimos representan prácticamente el 60% de la oferta de plazas turísticas; otro 20% son pensiones y hostales también de baja categoría ya construidos antes de 1980; y el 20% restante son hoteles de tres estrellas situados en la entrada del pueblo y en Caló des Moro. Así que prácticamente el 80% de las plazas turísticas del casco urbano están obsoletas y son de necesaria renovación. Son todas aquellas que sólo se pueden ocupar con el actual turismo de borrachera.

El plan que exponemos aquí, además de ser el más factible y de implicar a gran parte de la sociedad de Sant Antoni, tiene la enorme virtud de no necesitar financiación externa de ninguna administración pública para llevarse a cabo. Eso en cualquier momento es una gran ventaja pero de acuerdo estaremos en que en el momento actual lo es mucho más. Pongamos que por ejemplo y para hacer números redondos nos decidimos por la construcción de 10 nuevos hoteles. Estos nuevos hoteles serían todos propiedad de una misma sociedad que estaría participada por tres socios, que aportarían la financiación en la misma proporción que participan en la sociedad: un 49% para una empresa hotelera grande y con la solvencia suficiente no sólo para aportar ese capital sino para gestionar todos esos hoteles, ya que sería la encargada de hacerlo; otro 49% estaría en manos de los propietarios del 80% de las camas obsoletas; y el 2% restante sería para el ayuntamiento. Este 2% podría garantizar que esta sociedad llevara a cabo una política comercial adecuada a los intereses de todo el municipio de Sant Antoni (todo incluido y demás). Una cuestión importante de este plan es cómo aportarían el 49% de capital los propietarios de esas plazas obsoletas. Una pequeña parte sería por la cesión de sus plazas turísticas y la mayor parte tendría que ser hipotecando el propio inmueble que ahora destinan a plazas turísticas.

Para los propietarios de esas plazas obsoletas esto resulta un negocio más que redondo: cambian dos plazas viejas y obsoletas por una nueva en un hotel de alta categoría y con vistas al mar, a cambio de ceder sus plazas turísticas y de hipotecar su inmueble (que les sigue perteneciendo y que pueden destinar a cualquier otro uso excepto el turístico). Sin tener que explotar directamente su establecimiento obtendrían dividendos más que suficientes para devolver la hipoteca y vivir holgadamente. Y además su inmueble tendría -al igual que el resto de inmuebles de Sant Antoni- un valor mucho más alto en este nuevo Sant Antoni que estamos dibujando del que tiene en el actual Sant Antoni.

Para llevar a cabo este plan lo que se necesita básicamente es un banco que sepa hacer bien su trabajo, lo cual ya de por sí es difícil de encontrar, especialmente en España. Un banco que de verdad sepa hacer su trabajo no financiará un hotel de alta categoría en el actual Sant Antoni, pero sí que accedería a financiar 10 hoteles de alta categoría en un Sant Antoni del que se hubiesen eliminado aquellas plazas que solo se pueden ocupar con el actual turismo de borrachera. Y ello es así porque Sant Antoni tiene unos atractivos turísticos difíciles de igualar por localidad alguna de todo el Mediterráneo y que no estará mal recordar: una doble bahía realmente excepcional, las mejores playas de la isla a escasos kilómetros y una de las puestas de sol más famosas del mundo. Unos párrafos antes no he dicho toda la verdad. Realmente no sólo se necesita un buen banco para realizar un plan como este, también se necesita algo de lo que no vamos precisamente sobrados en Sant Antoni: capacidad política. Un plan como este implica llevar a cabo algo más que esa política de tercera regional a la que tanto estamos acostumbrados en esta isla; esa que consiste en malgastar alegremente y de cualquier manera el dinero que es de los demás, sonreír ampliamente para las fotos y pensar que la gente es mucho menos inteligente de lo que realmente es y que se la puede engañar de cualquier forma. Para llevar a cabo un plan como éste ya se necesita realizar una política de primera división, que no es otra que la que consiste en solucionar los problemas que de verdad tienen las personas. Y en ningún otro lugar tienen sus ciudadanos un problema tan grande y patente como el que tenemos los ciudadanos de Sant Antoni con nuestro pueblo.