El ser humano debe ser el único animal que, como especie, se muestra incapaz de aprender de sus errores. Ninguna otra se revela con tal pulsión suicida, como si algo la empujara irremisiblemente a buscar su propia hecatombe. La suya y, lo que es peor, la del resto de la fauna y flora de este planeta que no tiene culpa alguna de haber coincidido en la Historia con tan calamitosa especie.

Retrocedamos a abril de 2010. Golfo de México. Un pozo petrolero de la plataforma Deepwater Horizon explota y provoca una mancha de petróleo que se extiende más de 6.500 kilómetros cuadrados. Los pescadores de Florida, Mississippi o Louisiana aún sufren las consecuencias del desastre. Se tardaron meses en sellar la fuga. Y quizás ese sea el peor de los escenarios posibles, pero es que, sin necesidad de llegar a ello, aunque todo vaya bien, los efectos colaterales de la simple búsqueda del petróleo, de la fase exploratoria, ya no deberían ser asumibles; múltiples informes científicos, incluido uno encargado por la Unesco, advierten de la contaminación de los fondos por lodos y de las graves perturbaciones en la vida marina que causan los sondeos.

Ni Canarias ni el Mediterráneo se lo pueden permitir. La amenaza es muy real. Tampoco podemos olvidar la marea negra del ´Prestige´, en 2002, que supone un buen ejemplo de accidente en el transporte del petróleo, fase del proceso donde al parecer se producen más accidentes. ¿Quién quiere barcos petroleros navegando por sus costas continuamente?

Sin embargo, dicho todo esto, no puedo evitar pensar en lo hipócrita que resulta, para unos más que para otros, oponerse a los sondeos y a la instalación de plataformas petrolíferas cuando no se hace nada para reducir la dependencia del petróleo ni para disminuir la huella ecológica en general. ¿Habrá que esperar a que se acaben las reservas restantes de petróleo en el mundo, con todos sus efectos colaterales, o conseguiremos antes dejar de depender de él?

Es similar a cuando derrochamos agua confiando en que las depuradoras y desaladoras nos enmendarán la plana, como si no supusieran un coste y como si alguien las quisiera cerca de su casa. Algo parecido a lo de enlazar en las redes sociales las denuncias de las condiciones de las gallinas para la producción masiva de huevos para luego no comprar nunca huevos de granjas Eco. La especie humana nunca se ha caracterizado por su coherencia.

La actual amenaza que suponen los sondeos petrolíferos en torno a Ibiza y en una extensa zona del Mediterráneo más próximo a nuestras islas, y también en las costas canarias, lleva consigo un debate de fondo que no habría que olvidar. Aunque ahora lo prioritario sea que el ministerio de Energía calibre en su justa medida las miles de alegaciones de los ciudadanos, que esperamos poder contar por millones, para no establecer precedentes arriesgados si las ignora, no olvidemos que no dilapidar los recursos del planeta es responsabilidad de todos. Para que quienes amenazan los mares tengan menos argumentos con los que intentar vendernos la moto.

¿Qué haces tú para reducir tu huella ecológica?