No ha sido por sorpresa, pero no por anunciada la noticia resulta menos infausta. Los responsables de la asociación de Defensores de Ibiza y Formentera de la Salud Mental (Deforsam) llevaban tiempo advirtiendo que no tenían dinero para pagar el alquiler, que las instituciones que debían respaldar su trabajo no les prestaban su ayuda, ni la prometida ni la moralmente exigible si tenemos en cuenta que la asociación lleva años haciendo un trabajo que, en realidad y en justicia, deberían asumir las propias instituciones, porque para eso las tenemos.

Pues el momento ha llegado, Deforsam se queda sin base de operaciones. Y que Deforsam cierre el centro donde realiza sus talleres significa, no lo olvidemos, que todos esos chicos con problemas de salud mental que tenían un lugar donde relacionarse y aprender se quedan prácticamente sin un punto de referencia clave en su complicada vida, sin una rutina que les puede resultar necesaria para no sentirse perdidos.

Pero las instituciones, esas que se supone que somos nosotros, todos los ciudadanos, no tienen dinero para asociaciones que cubren necesidades sociales tan importantes. Eso dicen, pero no os dejéis engañar una vez más por los mantras de la crisis, esos tan manidos 'no hay dinero' o 'nos han dejado las arcas peladas'. Si no hay dinero, por qué el Ayuntamiento de Sant Josep ha pagado casi 200.000 euros por una rotonda hortera en Platja d'en Bossa, por qué Vila mantiene cargos de confianza de 45.000 euros anuales y supera la media de España en gasto en iluminación navideña y por qué el Consell gasta dinero en empresas externas para realizar el trabajo que debería llevar a cabo su no pequeño equipo de prensa y protocolo, por no hablar de otros departamentos. Y por no hablar del resto de instituciones, que la lista de ejemplos podría ser larga. Y todo suma.

Claro que hay dinero. Lo que no hay es una relación apropiada de prioridades. Tenemos gobernantes que estudian declarar bien de interés general a cualquier bar pero que no se preocupan de las necesidades de la sociedad en la que medran. Y ayuntamientos y Consell, tanto de Ibiza como de Formentera, tienen dinero para financiar periódicos, televisiones y webs, para horteradas en formato rotonda y para subvencionar libros que se amontonan en los departamentos de Cultura porque ni Dios los quiere, pero no para los enfermos mentales. Ahí están las prioridades de quienes nos gobiernan.

Y todas las instituciones de la isla, no sólo el Consell, tienen una responsabilidad con esas asociaciones que cubren necesidades que ellos no son capaces de asumir. En esta caso hablamos de enfermos mentales, con los que la sociedad que está fomentando su existencia tiene, más si cabe, una responsabilidad añadida; en Ibiza no debemos olvidar que el consumo de drogas es un notable factor desencadenante en el desarrollo de enfermedades mentales.

Hoy los ibicencos tenemos que pedir perdón a Deforsam, y a todos esos chicos que se quedan sin su punto de referencia en la vida, porque nuestras instituciones les han dado la espalda y se supone que el Consell y los ayuntamientos nos representan a todos. Pues, la verdad, que vergüenza para empezar el año. Feliz 2014. Bienvenidos al paraíso.