El grueso conflicto de la Educación, dado su peso específico, no podía quedar estancado. Faltaba por ver hacia dónde evolucionaría. El paso del tiempo y nuevas actuaciones contundentes, sobre todo por parte del Govern, están marcando una dirección nueva en su evolución. Sin embargo, esta reorientación del rumbo, hay que aclararlo de inmediato, no conduce precisamente hacia una solución, más bien todo lo contrario. Por tanto, para ser realistas, antes que albergar esperanzas, cabe incrementar el grado de preocupación. El curso lectivo actual está sujeto, desde su inicio, a un alto grado de deterioro. La Assemblea de Docentes lo ha llamado «caos pedagógico».

La tendencia, seguramente debido a la propia evolución natural del litigio, es pasar ahora de la protesta y la reivindicación a la denuncia pública de cuánto está ocurriendo y de cuáles son ya sus consecuencias. Es otra forma de lucha que puede ir incorporando partícipes más allá de los claustros de profesores. En tal desbordamiento docente se vierte cualquier cosa excepto incremento de la calidad de la enseñanza en una comunidad, como la balear, ya plagada de fracaso y abandono escolar. Siguendo esta vía, el asombroso, por carencia de lógica, encontronazo de las aulas, irá incrementando su proyección exterior y enturbiando la convivencia y la interculturalidad de este archipiélago.

Con tres meses de TIL a cuestas, la Assemblea de Docentes se reunió en Mallorca para actualizar balances y acciones después del parón de los expedientes de Menorca y el nuevo proceso abierto a Jaume March en Marratxí, pero antes ya había lanzado un mensaje a la opinión pública que no reviste precisamente las condiciones de una felicitación de Navidad. Los profesores denuncian que el Govern, con su posición inamovible y la falta de diálogo efectivo, ha sumido a todos los colegios de Balears en el ya aludido «caos pedagógico». Dicen sentirse engañados porque se sentaron en un sinfín de ocasiones en una mesa de conversación sin que la otra parte, la conselleria de Educación, tuviera la menor voluntad de entendimiento y se declaran «blanco del mayor ataque de la era democrática» al tiempo que están convencidos de que el Govern, a fin de cuentas, es «víctima de la extrema derecha, el fanatismo y la venganza». ¿Dónde puede estar la salida ante tal panorama? Difícil, por no decir imposible, saberlo en estos momentos. Hasta José María Rodríguez, el presidente del PP de Palma y bastantes cosas más en el partido, reconoce que ha faltado diálogo por parte del Govern en el caso del TIL. Es un elemento más que abona la incongruencia de la situación y la incomprensión sobre los motivos reales de la dogmática y férrea posición de Bauzá y compañía. Qué persigue en verdad el Ejecutivo. Es posible que ni el mismo lo sepa, más allá de la vana gloria de saberse dueño del poder y del manejo caprichoso de los hilos.