Leo las declaraciones con la guerra de cifras que siempre son la guinda de una huelga y me quedo con el titular de la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, a través de videocomunicado, una vez desterrada ya la antigua e inservible rueda de prensa: «La huelga es un fracaso», dice, y sí, tiene razón. La huelga es un fracaso suyo, de su Gobierno, de los anteriores, de la partitocracia, de la comunidad educativa y de la sociedad en general. Es un fracaso de todos que en casi 40 años de esta democracia de bajo vuelo no hayamos sido capaces de dotarnos de un sistema educativo independiente, que aguante dos legislaturas. Es un fracaso rotundo que cada vez que haya un cambio de Gobierno haya que tumbar el modelo y empezar de cero y volver a las huelgas. Es un fracaso que pese a las sucesivas leyes y releyes España siga a la cabeza del mundo occidental en abandono escolar -y sobre todo aquí, en Balears- y a la cola en los sistemas internacionales de evaluación. Mientras no seamos capaces de dotarnos de un sistema educativo propio y consensuado, libre, igualitario, justo y eficaz, mientras que no seamos capaces de sacar la ideología y la religión de las aulas y llenar el hueco con ciencia y filosofía, mientras no hagamos una apuesta decidida por lo público, por la universidad y por la investigación -y cuando escribo ´apuesta´ estoy pensando ´inversión´-, seguiremos fracasando y Montserrat Gomendio seguirá teniendo razón: Esta huelga es otro fracaso.