Las modificaciones del Govern en la enseñanza son de calado y la huelga proporcionada a la pérdida de protagonismo que ven venir los afectados. La batalla política de la oposición se organizó contra la merma en la primacía del catalán para luego reconducirse tácticamente contra los problemas en la implantación del TIL, pero chocó con la firmeza del Govern que invoca el argumento rotundo de un mandato electoral.

Obvio a quién beneficia la bronca en las escuelas: solo hay que ver la cara de satisfacción de Pilar Costa y Esperança Marí en la foto del primer día de huelga; y a los sindicatos subvencionados, CCOO y UGT, que al fin tienen la ocasión de apuntarse a una huelga de verdad. En la izquierda dicen que cuando ganen elecciones derogan el TIL, revelación superflua porque ya sabemos que la izquierda deroga siempre las leyes de educación de la derecha. Aprisa, como Zapatero derogó la LOCE por Real Decreto. Ya declaran cadáver la Lomce del ministro Wert en un cartel de RIP a las leyes de educación habidas desde 1970 en la sala de profesores de un colegio de Ibiza.

La derecha, con más parsimonia, deroga también las leyes de educación de la izquierda. Es patente que unos y otros legislan para que los jóvenes entiendan la vida de un modo afín a su ideología: en la trifulca actual, los líderes de izquierda acusan a la derecha de hacer leyes ideológicas, lo que les parece muy mal. Pero idéntico proceder por su parte cuando ocupan el poder les parece muy bien. Es la parcialidad inherente a la lucha política, lo más ajeno al razonamiento objetivo. Lo grotesco es que llame a consenso quien cambia la ley en cada cambio de Gobierno: lo muerto no es la ley sino la voluntad de consenso. Aquí todos llaman hipócritamente al consenso cuando no tienen la sartén por el mango. Y nadie, ni en el poder ni en la oposición, lo desea. Vivimos una real Kulturkampf en la que la izquierda se cree, ignoro por qué, en una altura moral que le veta respetar posturas distintas al menos tan dignas de considerar como las suyas. Como la enseñanza diferenciada por sexos, una bicha para la izquierda pero que practica el 70% de los colegios públicos con mejores resultados en Secundaria en el Reino Unido.

La derecha se niega, con toda lógica, a cambiar sus valores por los contrarios y a que la escuela se los enseñe a sus hijos. Con la lógica de ejercer un derecho a intervenir en su educación reconocida en la Constitución que recuerda Pilar Costa para atacar el decreto del Govern, pero olvidó cuando el real decreto de Zapatero: justificar la parcialidad propia cerrada al acuerdo explica que pida consenso quien muestra con reiteración huir de él. Baste como ejemplo la pedante ´Educación para la Ciudadanía´, un compendio de ideología progre camuflado como asignatura: el consenso fue inversamente proporcional a las denuncias y juicios contra aquel trágala progresista.