He leído con agradable placer, en el Diario del 31 de mayo, la carta titulada ´El mito que ya había caído´, de Carmen Tur. Yo me acuerdo muy bien de cuando la capilla de San Ciriaco estaba cerrada con unas puertas de madera y de Pep Tomàs, que trabajó en su restauración y colocó las rejas actuales. Tengo una fachada de mi casa que da a la calle de San Ciriaco y además me gusta la historia, la verdadera, no la fantasiosa, y en esta calle estrecha, empinada y empedrada hay muchas cosas que contar. Empieza, como muchos sabrán, en el convento de las monjas de clausura y termina algo más arriba, donde coge el nombre de calle Mayor, hasta la plaza de la Catedral.

Empecemos por la iglesia de las Monjas. En ella asistía a misa con mis hermanos y mis padres. Era una iglesia bellísima y que lamentablemente fue derruida, a pesar de las protestas del alcalde y del secretario del Ayuntamiento, que incluso fueron amenazados de excomunión por el obispo que, creo recordar, se llamaba Planas. Hay que decir que, al mismo tiempo, se hicieron obras en el convento, que bien necesitado estaba. El solar que ocupaba la iglesia se transformó en un erial durante años, que es como yo lo encontré cuando regresé a Ibiza.

Y aquí empieza mi historia fantasiosa. Había por la isla una señora inglesa, una historiadora becada por la Universidad de Tel Aviv (Israel), que me aseguró que debajo de la iglesia había una sinagoga cuando, en realidad, al construirse la iglesia actual, se vio que solamente había roca pura y dura. Esta señora (de la que ahora no recuerdo su nombre, aunque estuvo en mi casa a raíz de un artículo mío sobre la calle de los Judíos) pretendía además que Felipe II estuvo en Ibiza y que aquí firmó varios documentos en San Lorenzo, pueblo que estaba lejos de existir entonces. El que sí existía era San Lorenzo de El Escorial.

Llegamos a la capilla de San Ciriaco. Aquí sí hay cosas que contar. Hace pocas semanas escribí un artículo sobre cómo fueron atacadas las murallas y mencionaba que en el ´Llibre dels Feits´, escrito en 1244 por Jaime I, se nos dice cómo fue conquistada Ibiza. O sea, que existe una prueba documental de un hecho del que, cuatro siglos más tarde, el prior del Convento de los Dominicos, el fraile Vicente Nicolás, da una versión completamente fantasiosa. Actualmente sería muy fácil de averiguar, cualquier topógrafo lo podría hacer: basta saber a qué altura están situadas la capilla y el pie de la muralla árabe y la distancia horizontal entre ambos puntos, así veríamos que el famoso túnel estaría tan empinado que sería prácticamente imposible subir por él. Pero para mí el testimonio escrito de Jaime I es absolutamente suficiente y el resto son solo habladurías.

La restauración de la capilla que se ha hecho últimamente quiere hacer verídica una gran mentira, al dejar todo el suelo en piedra vista con una ligera rampa para acceder al agujero. Siento además no compartir la interpretación que se da al cuadro expuesto. Todos los años, cuando se pintaba la capilla, el cuadro se guardaba en mi casa. He tenido la oportunidad de estudiarlo varias veces con detalle, comparando diversas torres del recinto amurallado con el plano que hizo J.B. Calvi de las murallas árabes antes de construir las murallas actuales. Es el asalto a una ciudad amurallada, una representación simbólica, con unos atacantes que no son de la época, con el campanario de la catedral. Es un cuadro antiguo, bonito, interesante y nada más.

Hace un par de semanas escribí: ´No al puerto de Talamanca´ y ahora digo ´no a esta lamentable restauración´. Se le ha quitado el encanto que tenía la capilla. Se da por verdadera una gran mentira. Y para no cansar a los lectores no contaré las burradas que los turistas han tenido que escuchar: el historiador Eduardo Posadas me decía que se podría escribir un libro sobre ellas. Estas historias de entradas secretas, desveladas por alguien celoso o despechado del bando contrario, son muy corrientes en numerosas fortificaciones españolas, así que Eivissa no podía ser menos.

Siempre se ha dicho que la villa amurallada de Eivissa estaba defendida por tres cercas y que, aparte del Castillo, había la Villa Superior, la Mediana y la Inferior o Arrabal; los tres barrios estaban separados por sendas murallas. De todas ellas actualmente son visibles las perimetrales que se han descubierto en la Ronda Calvi y la existente y bien visible entre las calles San José y Conquista (esta se llamaba de San Cristóbal allá por el año 1880). Ahora bien, en el interesantísimo libro de Antonio Costa Ramón ´La triple muralla de la Ibiza árabe´ se habla de la cerca que separaba la Villa Superior de la Mediana, una línea imaginaria que iba en línea recta desde Can Comasema hasta la muralla exterior árabe. Según el arquitecto Elías Torres, en su ´Guía de Arquitectura de Ibiza y Formentera´ editada en 1981, esta línea se quebraba siguiendo lo que parecería una muralla formada por las casas construidas. Esta misma disposición sería recogida en una publicación del Ayuntamiento de Eivissa y la conselleria de Turismo del Consell Insular en el año 1989.

Como Antonio Costa opinaba que ese tramo de muralla se podría encontrar haciendo las oportunas excavaciones arqueológicas, yo pensé que cuando se canalizaran las aguas y el cableado eléctrico en las calles de San Ciriaco y Mayor, en profundas zanjas, de existir ese supuesto tramo se encontraría inevitablemente. Al vivir yo al lado, estaba impaciente por verlo, pero no lo vi, nada apareció. Pero unos días más tarde un arqueólogo dijo que había hallado la dichosa muralla unos diez metros más arriba de la capilla. Era un trozo de muro de unos 70 centímetros de ancho, cuando en mi casa tengo muros situados a 6 ó 7 metros del suelo que miden 80 centímetros de ancho. Los muros del tapial que formaron la fortificación árabe tienen unos dos metros de espesor. Entonces escribí un largo artículo que titulé: ´Si esto es una muralla, yo soy Papa´.

Ese tramo no existió, pues de existir J. B. Calvi lo hubiera dibujado en el plano que mencioné anteriormente.

Resumiendo: no se encontró la sinagoga, no se encontró el famoso y rocambolesco túnel y por fin no se encontró la muralla que nunca existió. Pero este artículo no es para resaltar los errores que se cometen o la historia falseada, este artículo es sobre todo para denunciar lo que se ha hecho en la capilla de San Ciriaco, que si bien quería conmemorar una fecha muy estimada por los ibicencos, aunque los cristianos no hubiesen entrado por allí, era una capilla bonita y ahora es simplemente horrorosa.

Mi opinión es que resultaría mucho más conveniente dejarla tal y como estaba antes.