Ignoro si la curiosidad pica, pero el fenicio se rasca la cabeza cuando la duda le asiste. Estas últimas semanas he encontrado algunas cosas novedosas junto a otras curiosidades corroboradas. Por ejemplo, cuando se nos informa que 700 pitiusos han emigrado al extranjero desde el inicio de la crisis. Ya dije que son muchos más, porque existe el emigrante (al extranjero, claro) temporero, aquel que prefiere otro clima y otros precios. Existen. Pero lo que me asombra es que se van más mujeres que hombres. Se ha terminado la mecánica migratoria tradicional, cuando el varón se embarcaba y regresaba cada par de años, comenzaba -en Formentera- a levantar su casa, pero como el dinero no le alcanzaba sólo edificaba la mitad (sa mitja casa).

No hay ninguna deshonra en ello, al contrario, es la pétrea prueba de que las cosas se construían con esfuerzos enormes y prolongados. Las mujeres quedaban a cuidar de las ovejas y muchas aprendían a leer para poder cartearse con su amado novio. Otras esperaron menos y acabaron casándose con algún mallorquín o valenciano, por cierto, muchos de los cuales no provienen de los movimientos de población medieval de Cataluña, sino de la zona de Teruel, que no es exactamente lo mismo, por mucho que todos formaran parte del Reino de Aragón. Al fenicio le complace recordar estas cosas, trazos muy antiguos, que al menos nos explican algunos secretos y nos dan algunas claves de porque somos tan poco catalanes. Por mucho que insistan las brigadillas sindicadas de algunos centros de enseñanza, o mejor dicho, de catalanización. En Ibiza hace años que en las tablas de estadística demográfica hay menos mujeres que hombres. Siempre me llamó la atención. Imagino que algo habremos hecho los pitiusos para merecer esta distorsión en el reparto de sexos.

No valoro si es positivo o negativo. Yo que sé. Solo digo que si de hecho hay menos mujeres que hombres y encima echamos a las pocas que están en edad de emigrar, aquí pronto nos reproduciremos como cangrejos hermafroditas. Algo habrá que hacer, porque incluso para bailar payés (bailes fenicios en muchos rasgos) hacen falta unas cuantas mujeres sin miedo a recibir un castañolazo de enebro en la testa. El fenicio lee el diario online. El mismo día y a la misma hora nos muestra una serpiente en es Caló y otra ya muerta en Santa Eulalia. Ejemplar considerable el formenterés y nada desdeñable el de Santa Eulalia. Cavila el fenicio: estamos ya en tiempos de Baal, el dios púnico y supremo de las tormentas y de los tormentos. Tanit no lo ha resistido y se ha refugiado en la cueva. Está a punto de llegar el día en que todos los niños de las Pitiusas distingan los cuatro tipos de crótalos que inundan nuestras islas. Sin agua y con serpientes, mmmm, la emigración vuelve a llamarnos.

@MarianoPlanells